Sigo con atención, desde hace ya
un tiempo, de qué forma tan sañuda persigue “El Faro de
Melilla” al presidente de la Federación de Fútbol de esa
ciudad. Diego Martínez, que así se llama el sambenitado,
tiene un problema; mejor dicho: tiene más de un problema. Y,
si me apuran, tiene todos los problemas habidos y por haber
porque, por lo leído, hace también las cuentas del Gran
Capitán con los dineros de la federación melillense.
Por tal motivo, Otilio Ridruejo y Luis María Aznar (vaya,
otro Aznar periodista) lo están acorralando desde las
páginas de su periódico, el ya reseñado, para que el
presidente permita que los auditores hagan su trabajo y den
a conocer los resultados de una gestión económica de la que
dicen que es un escándalo en todos los sentidos.
El asunto es tan grave que incluso se anuncia la
intervención de Juan José Imbroda, presidente de la Ciudad,
para salvar de tanto descrédito a su consejero de Deportes,
Robles. El cual, por lo visto, forma un magnífico tándem con
DM. Vamos, que, según las lenguas viperinas, se entienden
con sólo mirarse. Y no es para menos: ya que el Gobierno
local subvenciona con cantidades astronómicas, cada año, a
la Federación de Fútbol. Así, Imbroda se ve obligado a
averiguar si es verdad que con esos dineros se alegra la
vida el dúo antedicho.
Pues bien, válgame tan largo introito, para recordar que la
Federación de Fútbol de Ceuta está en condiciones similares
a la de Melilla. Que sus cuentas necesitan ser sometidas a
una auditoría. Y, por supuesto, su presidente ha de ser
fiscalizado cada equis tiempo. Y todo porque las dudas que
se ciernen sobre su manera de manejar los dineros han de ser
disipadas por medios que generen confianza en quienes no las
tenemos. Que somos muchos.
Lo que me extraña, y es por lo cual me ha dado por escribir
al respecto, es que el “Faro de Melilla”, y está en su
derecho, haya emprendido una campaña de desprestigio contra
el presidente de la Federación, Diego Martínez, y el
consejero de Deportes, Robles, acusándoles de una presunta
utilización de los dineros públicos, mientras que en Ceuta
se siga apoyando la gestión de Emilio Cózar. Cuáles son los
motivos por los que en Melilla se actúa de una forma y aquí
de otra tan diametralmente opuesta.
Los motivos pueden ser varios. Que el presidente de la
Federación de Fútbol de Ceuta se esté aprovechando de su
amistad interesada con el editor del periódico; que esté
protegido por el presidente de la Ciudad; que esté bajo la
custodia de San José María; o que en El periódico, quienes
tienen que denunciar las oscuridades contables de la
federación, carezcan de bemoles suficientes para hacerlo.
Tal y como lo vienen haciendo sus compañeros en Melilla.
En fin, ustedes, lectores, seguro que podrán añadir más
causas por las cuales en esta tierra el presidente de la
Federación de Fútbol goza de un trato de favor
extraordinario, por más que su gestión sea tan nula como
carente de claridad en los manejos de los dineros. Una
discriminación que bien podrían aprovechar los ínclitos
Martínez y Robles para combatir los ataques fieros de
Ridruejo y Aznar. Y seguro que, en cualquier momento, les
caería la breva en forma de chivatazo oportuno y certero. Y,
a partir de entonces, puede que hasta los inquisidores se
tomasen un respiro.
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