Después del “subidón” (que dirían
mis alumnos), permítame el lector que intente templar gaitas
intentando encajar la real visita. Porque hay cosas que no
me cuadran, sin hablar de las especiales circunstancias que
envuelven el viaje de Don Juan Carlos y Doña Sofía a este
entrañable trozo de España. La premura la primera; la
segunda el coste; en la vida nada es gratis y en política
internacional menos. Si como, al parecer, alegremente habría
presumido el Presidente Rodríguez Zapatero tal que, a cada
uno lo suyo, Ceuta y Melilla le deben estar sinceramente
agradecidas) “todo está pactado con Marruecos”, “no va a
pasar nada”, habría que empezar a pensar ante tamaño órdago
(y ahí empieza a asomar la ¿”pactada”? respuesta del vecino)
cual es la contrapartida (a la altura del “favor”)
consensuada por el Presidente español con Rabat: ¿quizás una
declaración, institucional, a favor de la definitiva
“marroquinización” del antiguo Sahara Occidental...? Que el
delegado del Gobierno, García Arreciado, nos ilustre desde
su despacho de la Plaza de los Reyes.
Ayer, la agencia oficial MAP informaba de la llamada a
cibsyktasm “por instrucciones de SM el Rey Mohamed VI” y
para “un período indeterminado”, del embajador en España,
Omar Azzimán. La duración de la estancia en Marruecos del
diplomático será el primer baremo que indique la
“temperatura” de las relaciones bilaterales después de la
estancia de los Reyes de España en estas tierras africanas
(no menos españolas que las Islas Afortunadas), viaje ante
el que, según habría asegurado un sonriente Rodríguez
Zapatero, Marruecos “no iba a poner prolbmeas”. Ya.
Comentaría finalmente la presencia de “cúmulo nimbos” en el
horizonte, en un tormentoso “parte meteorológico” que está
deslizándose, con rapidez (les escribo desde Marruecos,
donde vivo), hacia una situación de “Bajas presiones” en las
que son determinantes tres factores: la actuación del juez
Garzón, conocedor de la visita real (o este tío es imbécil)
o ha intentado “reventar” la visita) en el dossier del
Sáhara: la reciente sentencia sobre la masacre terrorista
del 11-M, en la que la mayoría de los condenados tienen la
nacionalidad marroquí; y el aniversario, el próximo martes
dia 6, de la “Marcha Verde”, con la que Hassán II irrumpió
en el Sáhara Occidental, Detalle este último que me lleva a
dos reflexiones: o quien decidiera la visita de los Reyes no
se percató torpemente de la “coincidencia” o, al contrario,
se buscó precisamente esa fecha. Permítanme romper una
lanza, tratando de entender la peculiar idiosincrasía
marroquí: ¿hacia falta “regresar” la cara de nuestros
vecinos del sur, trayendo a los Reyes de España a Ceuta y
Melilla -en una visita ansiosa y largamente esperada durante
casi treinta años- precisamente hoara...? Porque, créanme,
es hugar en la herida de forma innecesaria. Intento siempre
hacerme entender por mis interlocutores marroquíes mientras,
a la vez, busco comrender el “por qué” de los planteamientos
del otro, corrigiéndoles por cierto en un craso error:
nuestros Reyes no necesitan el permiso de nadie para visitar
Ceuta y Melilla, dado que no viajan al extranjero: cruzan
solamente “el charco” como cuando vuelan a los archipiélagos
Balear o Canario: sencillamente, no salen de España. ¿Vale?
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