Captar la atención de los alumnos es el objetivo de todo
formador. Las nuevas generaciones de estudiantes cada vez lo
ponen más difícil debido al incremento de elementos de
distracción en las aulas. Despertar el interés del alumno
por aprender es otro de los propósitos de un buen docente.
El compendio de estas dos ideas forma el perfil del maestro
soñado.
Ser profesor o profesora es la aspiración de los 39
estudiantes de Magisterio participantes en el Programa de
Acompañamiento escolar 2007/2008 en Ceuta. El primer paso
para serlo lo están dando al ejercer como monitores en
horario extraescolar para grupos de alumnos de primero,
segundo y tercero de la ESO en once centros de la ciudad.
Hay varios elementos que hacen que este programa implantado
por el Ministerio de Educación y Ciencia en Ceuta coseche
éxitos. No obstante la clave del buen funcionamiento del
mismo es la conexión instantánea que surge entre el monitor
y el alumno asistente. La armonía y la confianza mutua
existe desde el primer día. Dos elementos que suponen un
primer paso para conseguir los dos objetivos ansiados por
todo profesor: captar la atención y generar interés en el
alumno.
“La idea es que seas como un acompañante, alguien cercano.
Una persona que pueda actuar como profesor pero desde otro
plano”, explicó Fernando Díaz, monitor del programa con
alumnos de segundo de ESO en el Instituto Abyla. El
resultado: “Al final la relación que mantienes con los
alumnos trasciende de lo meramente escolar”.
El comportamiento de los alumnos es “excelente”, apuntó
Bárbara Dorado, estudiante de Magisterio y monitora del
programa en el Abyla. “La actitud de los escolares tiene más
mérito porque ellos saben que no es igual que si estuvieran
dando clase con su profesora”, agregó.
La juventud de los tutores es la nota predominante y quizás
el secreto de su conexión con los jóvenes. Fernando, Bárbara
y Francisco, el tercero de los monitores del programa en el
Abyla cumplen con esta prerrogativa. Para él este es el
primer año dentro de esta actividad y la experiencia “está
siendo gratificante”. Este joven estudiante de Magisterio
vio el programa desde otra perspectiva, la de la formación
bipolar: “Es una labor en la que tanto tutor como alumno
salen beneficiados”.
Desde el centro, a principios de curso, se dan unas
directrices a los monitores sobre la temática de las clases
y algunos procedimientos básicos. Así, la lengua y las
matemáticas, dos asignaturas fundamentales, son las que se
refuerzan durante el transcurso de la clase. Después, si hay
tiempo, y según la edad de los estudiantes hay opción para
juegos y aclarar dudas.
Los tres coinciden en recomendar a sus compañeros de
facultad que intenten formar parte del programa en ocasiones
venideras. “Es una experiencia totalmente recomendable”,
significó Bárbara.
El Abyla, un pionero del programa
Salvo el primer año de aplicación, cuando el programa se
circunscribió únicamente a los centros de Primaria, el resto
de cursos el Abyla ha desarrollado esta actividad
extraescolar de manera continuada.
Hablar del Programa de Acompañamiento es hacer mención
también al PROA, otro de los proyectos del Ministerio de
Educación para Ceuta y orientado hacia la mejora de la
convivencia entre los alumnos. El PROA “alcanzó en nuestro
centro objetivos más ambiciosos de los previstos”, señaló el
coordinador de los programas educativos en el Abyla, Alfonso
Conejo.
Este es el tercer año de desarrollo del Programa de
Acompañamiento en el Instituto Abyla. Las cifras del año
anterior son “importantes”, según Conejo, quien destacó que
el 12,45% de los alumnos matriculados en la Educación
Secundaria Obligatoria (ESO) acudieron regularmente a las
clases de refuerzo. En total fueron 64 los inscritos dentro
del programa de los que 34 fueron de primero, 21 de segundo
y 9 de tercero. Además, otros miembros de la comunidad
educativa participaron: 24 profesores del centro, el
coordinador y el departamento de orientación.
Evaluación anual del programa
Al final de cada curso se realiza un triple balance del
programa para evaluar los resultados obtenidos en formación,
seguimiento y metodologías. El Ministerio de Educación, a
través de los controles que realizan los propios monitores,
hace su análisis. El centro escolar donde se imparte el
programa también, así como los estudiantes de Magisterio
cuya labor es parte de su formación en la facultad.
La implantación de los programas del MEC es total y su
continuidad no está puesta en entredicho. Más bien lo
contrario. En el Abyla las muestras de interés de la
comunidad educativa son constantes. Así lo recordó Conejo,
quien explicó, como anécdota, que a inicios del curso, los
propios alumnos preguntaron a los profesores cuando empezaba
el programa.
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