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OPINIÓN - DOMINGO 28 DE OCTUBRE DE 2007

 
Análisis

Apuntes de seis días

Por Manuel de la Torre


LUNES. 22

Me topo con un aficionado al fútbol desde que tenía uso de razón. Y la charla no decae en ningún momento. Un momento que alcanza más de diez minutos de cháchara. Sin embargo, al margen de tácticas, estrategias y cuestiones por el estilo, me quedo con la denuncia que me hace en relación con los servicios médicos de la Asociación Deportiva Ceuta. Dice mi comunicante, a quien considero persona de crédito, que el equipo local no cuenta con un médico que viva el partido en el banquillo. Lo cual supone un hecho grave que puede resultar fatídico cualquier día. Puede darse el caso, incluso, que pidan por los altavoces la presencia de cualquier profesional de la medicina y no haya ninguno entre el público. De ser así, bien haría Felipe Escane, presidente del equipo, en tomar las medidas oportunas si es cierto lo que me han contado. De lo contrario, puede que esté tentando a la suerte. Y ésta, sin duda, es veleidosa y merece, pues, poca o ninguna confianza. Quien avisa...

Martes. 23


Yolanda Bel, cada día más puesta en su papel de portavoz del Gobierno, salió a la palestra, el lunes, para decirnos que la Ciudad ha sancionado a Endesa con una multa superior a 660.000 euros. Casi doce millones de pesetas, como nos ha dicho la también consejera de Medio Ambiente. Y ello ha sido posible porque los servicios técnicos y jurídicos de la Consejería de Fomento ya se han pronunciado acerca de los dos apagones sufridos por la ciudad el pasado año, durante los días 25 de octubre y 1 de noviembre. Dos ‘ceros totales de tensión’ lo llaman los técnicos. En principio, la noticia ha sentado la mar de bien a los ciudadanos. Quienes, mayoritariamente, desconfiaban de la decisión que pudieran tomar las personas encargadas de meterle las cabras en el corral a la poderosa central eléctrica. Ahora, pasada la primera traba, los hay que aseguran que la parte sancionada conseguirá por medio de los consiguientes subterfugios eludir el pago de la multa. Se admiten apuestas.

Miércoles. 24


Fernando Jover llega al Parador de la Muralla y me encuentra allí. Lo primero que hace es presentarme a Antonio López: director del Centro Asociado de la UNED de Segovia. El cual ha venido para impartir la lección inaugural del curso 2007-2008, que lleva por título El analfabetismo relacional: perspectivas para el trabajo social en el siglo XXI. Nos ponemos a pegar la hebra y en un santiamén me percato de que AL es un conversador extraordinario con el que se puede hablar de todo. El hablar nos cunde y a punto estoy de aceptar la invitación de Jover para que me vaya a comer con ellos. Pero recuerdo a tiempo que me es imposible. Por causa ajena a mi voluntad. Eso sí, dado que Fernando me debe una comida con Juan Antonio Ponferrada y Antonio Vallejo, acordamos reunirnos un día de la semana próxima. Ah, Antonio López no dejó de decirnos si éramos conscientes de que vivíamos en una ciudad que está hecha un cromo. Se nota que tiene buen gusto el director del Centro Asociado de la UNED de Segovia.

Jueves. 25


El director del Hotel Parador de La Muralla, Jesús López, me para y me dice que lo han destinado al Parador de Melilla. En su cara se refleja la enorme contrariedad que le supone el cambio. No puede disimular su disgusto al decirme que los dictados de las empresas hay que asumirlos por poco que gusten. Hay que ponerse en su lugar: lleva ya cinco años en la ciudad y se siente un ceutí más. Se va dejando amigos, modo de vida agradable y, por ello, no le hubiera importado continuar en Ceuta durante muchos años más. Mientras me estaba contando sus cuitas el ex director, se acerca otra persona a quien me presenta como su sustituto. A éste, además de saludarle, le deseo toda la suerte del mundo. Y, desde luego, le pido que haga todo lo posible por recuperar el prestigio que tuvo un día, de no hace tanto, la barra de la cafetería. Jesús López, en un gesto que le honra, acertó a decir que era un bien que él no había podido lograr. El nuevo director se llama Pedro Fernández. Al cual le deseamos toda la suerte que merece el Hotel Parador La Muralla.

Viernes. 26


Me doy una vuelta por la sala de estar del Hotel Tryp, cuando la tarde acaba de comenzar. Hay un grupo de personas conversando y una llama mi atención: es Salvador de la Encina quien ha decidido hablar conmigo. Afable y con la corrección que le caracteriza, el diputado socialista por Cádiz volvió a decirme que suele leerme todos los días. Le presto toda la atención posible a sus palabras y cuando me toca intervenir le respondo con tanta claridad como me permiten las circunstancias. Testigo de nuestro charlar es Enrique Moya. De quien diré, pues justicia obliga, que mantuvo una postura digna de encomio. A pesar de haber sido fustigado por mí, en ocasiones, a raíz de sus actuaciones como jefe de campaña electoral, aguantó el momento con la sonrisa en la boca y presta la educación. Unos pasos alejada de nosotros se hallaba Inmaculada Ramírez, diputada y portavoz de su partido en la Asamblea de la Ciudad, mirándome con la inquina consiguiente. Se le notaba que todavía no era la hora del posado. Esta mujer debe aprender que estar en política exige habilidad y saber estar. Todavía está a tiempo de conseguir ambas cosas.

Sábado. 27


Comparto tertulia con unos conocidos, algo habitual los sábados, y van surgiendo asuntos a los que poder sacarle punta. El primero es el enfrentamiento entre Juan Vivas y Mohamed Alí en el último pleno. Y todos opinamos al respecto. Ya que lo que es normal en un pleno y en cualquier ciudad, aquí se convierte en algo especial debido al carácter apacible a que nos tiene acostumbrado el presidente de la Ciudad. Yo soy del parecer que JV estaba ya muy quemado, últimamente, por los continuos derrotes que había recibido por parte de quienes quieren una Televisión Digital Terrestre a toda costa. Y en cuanto que Mohamed Alí, también con el espíritu sin serenar al ver que su clientelismo le está retirando su confianza, dijo lo más mínimo con los modos encendidos, consiguió del presidente una respuesta iracunda y nunca esperada por la concurrencia. Nada grave, por supuesto. Yo lo considero un simple rifirrafe de apreciaciones que ha de producirse más a menudo en las sesiones plenarias, para que los asistentes dejen de bostezar sin ni siquiera cubrirse la boca del aburrimiento cantado.
 

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