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OPINIÓN - DOMINGO 28 DE OCTUBRE DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Cambio horario
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Ya ha cambiado la hora. Dormiremos sesenta minutos más y disfrutaremos, al caer la tarde, de una oscuridad temprana, con olor a castañas asadas y a Día de los Difuntos. “Tempus fugit” anunciaban los viejos carillones y digo yo que huirá para otros, porque lo que es para servidora, que arrastra una vida llena de penalidades, el tiempo pasa con sádica lentitud. Decía el sabio Asimos “¿Para que nacer para sufrir y morir?”. Demasiado nihilista para la moral de los creyentes. Y digo “creyentes” englobando a todo aquel que, tras haber estudiado en el libro de la Educación y de la Vergüenza, ha sido encima afortunado con el bonoloto de la Creación, que es el don mágico de la fe. ¡Pasón de suerte! Mejor que si resultas agraciado y te toca el calvo de la lotería de Navidad.

Los de los telediarios dan la noticia del cambio de la hora con expresión meliflua y diciendo algo tan interesante y novedoso como “no se olviden de adelantar sus relojes”. Eso sí, inmediatamente antes han recitado que, el paro se ha incrementado en treinta y seis mil desesperados, que no desempleados, más con expresión neutra. Resignados. Como si la evidencia de que no vamos a estar eternamente chupando de la teta de los logros económicos de los Gobiernos de Aznar, con rato a la batuta, fuera algo tan inexorable como el “tempus fugit”. Que lo es. Y discutimos de la hora de más porque, cualquier novedad es bien recibida en la España que echa la siesta informada por los jurisconsultos del Tomate sobre la marcha de la Malaya. Que ya no interesa, porque ha llegado Oscar el Juez y ha puesto firme al lucero del alba, porque ese no quiere ser portada de nada, ni avisar a la prensa de la casquería cuando detiene a una adolescente por ser “hija de…” para machacar al padre, ni a folklóricas en chándal, para luego dejar que se filtre la foto de la cara descompuesta de su ficha policial. Oscar el Juez es un señor. Y los malayos se han desinflado, para dar paso a los rifirrafes de la ley de la Memoria Histórica, ese vil invento que busca enfrentar a los españoles, setenta años después.

Cambia la hora. Y se polemiza con las prohibiciones de símbolos. ¡Que trágica torpeza la del ZP! Utilizar como cortina de humo a los descansados en las cunetas y tratar de borrar la memoria de los miles de criaturas asesinados en Paracuellos es una maniobra burda y falaz. Pero crea mal rollo y busca echarnos a pelear, hermano contra hermano. Piensan los moncloítas que, en la trifulca, los padres vamos a olvidar la angustia que nos produce el que, nuestros hijos, se vean preparados, pero sin perspectivas laborales dignas, en una España donde, al desaparecer los sindicatos, no hay quien plante cara ni a los buitres ni a los tiburones. “¡Como toquen esa placa , no respondo, me tienen que matar!” Nuestros muertos por Dios y por España destruidos a martillazos, el cabreo crece como la espuma y piensan en las alturas que olvidamos y obviamos que los bancos ya no quieren conceder créditos a los promotores, que hay una saturación de viviendas en el mercado y que, en un par de años, la construcción se irá a la puta mierda y va a haber una crisis del carajo. Las maniobras de despiste con las que tratan de atocinar nuestras mentes son tan evidentes que resultan irrisorias. Y para aborregar a nuestros niños se les adoctrina con la Educación para la Ciudadanía, mientras se prohíben tajantemente los símbolos y el recuerdo de parte de nuestra Historia. ¡Cuan flagrante necedad! ¿No se dan cuenta de la rebeldía implícita en los arquetipos celtíberos y que basta con que nos censuren o prohíban algo para que nos rebelemos y queramos precisamente “eso”? Lo prohibido tiene la erótica de la clandestinidad, del peligro latente, del romanticismo de la lucha, de la altivez de unos gobernantes que tienen la chulería de querer echar un pulso a millones de españoles y ganarlo. Ni las dictaduras más feroces, ni incluso ese marxismo terrorífico que tanto majadero de la progresía añora, pueden oprimir eternamente el alma y el corazón de los ciudadanos. Así como el cambio horario del otoño se repite año tras año, los esquemas y las pautas de conducta de la raza hispana se repiten desde Numancia. Que estos mindundis vengan a tratar de arrancar el recuerdo, nada más erótico que la rebeldía y la lucha contra el poder.Tempus fugit.
 

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