Aparentemente y afortunadamente
pasados los enfrentamientos políticos que ensombrecieron
hace meses el inicio de las obras a cuenta de la polémica
sobre su ubicación, decidida ya hace muchos años con el
beneplácito de quienes después intentaron recibir un puñado
de votos alzando la voz contra su instalación en Santa
Catalina, la construcción de la Estación Depuradora de Aguas
Residuales (EDAR) marcha por fin sin problemas y, si todo
sigue conforme a lo previsto, comenzará a funcionar en el
verano de 2009.
La confirmación, por boca de la ingeniera de Acuavir
responsable del proyecto, de que la infraestructura no
generará ningún tipo de molestias a los ceutíes que tienen
sus domicilios más cerca del área, debe ser recibida como la
bendición final para un proyecto que tendría que haberse
activado hace ya mucho tiempo por parte de las
Administraciones responsables.
No obstante, más vale tarde que nunca. Cualquiera con
sentido común está de acuerdo en que la construcción de la
EDAR es imprescindible para cumplir no sólo con el trámite
burocrático de someterse a las normativas europeas de
depuración de aguas residuales y mejorar las condiciones
medioambientales de la ciudad y del mar que nos rodea, que
seguramente en el futuro será una de nuestras fuentes
económicas de desarrollo. Su entrada en funcionamiento
repercutirá, además, en muchos otros aspectos de nuestra
vida diaria: la reutilización de una tercera parte del agua
que actualmente vierte Ceuta al mar servirá para que el
baldeo y, por lo tanto, la limpieza de nuestras calles con
menos coste económico y medioambiental y lo mismo puede
decirse del regadío de las zonas ajardinadas. En resumidas
cuentas, con la EDAR ganaremos todos y, afortunadamente, con
la credibilidad que debe dar la opinión de los técnicos, sin
ningún interés espúreo como el que puede atribuirse a los
políticos, sin que nadie, ni los vecinos de San Antonio,
pierda.
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