La lucha de poder abierta en el
seno de la FEERI y que podría cerrarse este fin de semana en
falso, esconde en sí misma varias claves de bóveda para
entender tanto las corrientes ideológico-políticas que
fluyen en el seno del millón largo de musulmanes residentes
en España (el Islam no es solo una religión, es un proyecto
de sociedad), como el marco de relaciones entre las propias
comunidades y el Estado. Estamos asistiendo a un
enfrentamiento entre diferentes actores, representantes a su
vez de intereses (todos ciertamente “islámicos”) pero
contrapuestos: si el ala defenestrada de Escudero mantenía
excelentes relaciones con el PSOE, la Junta Directiva
elegida en enero de 2006 ofrecía un perfil diferente: con un
converso al frente (Félix Herrero) que presentaba días
pasados su dimisión, los cargos de Vicepresidente y
Secretario quedaban en manos de dos ciudadanos de
nacionalidad nominalmente española, pero representativos
(sobre todo uno, Mohamed Hamed Alí) de los intereses
marroquíes en un doble sentido: a nivel de Ceuta y sobre la
amplia mayoría de los musulmanes en España, de origen
marroquí y recordemos que, para Rabat, la nacionalidad nunca
se pierde aunque se adquiera otra; dato, para mí, de gran
importancia cara al futuro. Por otro lado, la única
representatividad que pudo alegar Mohamed Alí (de ello he
hablado con él en varias ocasiones) hasta su nombramiento
era su minoritaria “Comunidad Islámica de Ceuta”, cuya mayor
fuerza cara al exterior es el nombre, muy oportunamente
escogido y que parece facultar a su titular (desde luego es
su carta de presentación) para autoerigirse en portavoz
oficioso y hablar en nombre de “todos” los musulmanes
residentes en Ceuta, cuando su línea promarroquí es hoy por
hoy absolutamente minoritaria. Él lo sabe -Rabat también-,
pero juega y bien sus cartas: la última vez en la cadena “Al
Yazira” poco antes del final de Ramadán, defendiendo en las
ondas (sin la menor crítica al Presidente Vivas) la libertad
y tolerancia existente en la Ciudad cara a la religión y
costumbres de los musulmanes, puestas aviesamente en duda en
varios medios arabófonos internacionales mediante una
intoxicadora filtración facilitada por elementos afines al
movimiento “Tabligh” de Ceuta, instigada por un radical
elemento local conocido por su soberbia actualmente de viaje
(¿turístico, político, religioso…?) en Noruega. A Herrero le
han responsabilizado de firmar el pasado 7 de agosto un
importante acuerdo con UCIDE, ácidamente contestado por
Mohamed Alí y Kharchich (“Hubo un defecto de forma,
estábamos de viaje, fue una sucia jugada) y por los
“históricos” del sector converso atrincherados en “Webislam”,
quienes llegaron a hablar de “Golpe de Estado” en la CIE.
Herrero por su parte explica que todo fue dentro de la
legalidad y que, papeles en mano, podría acudir a los
tribunales. Según anteayer me declaraba, “nos encontraríamos
ante un movimiento desestabilizador. ¿A quién beneficia?; ¿a
los musulmanes?; ¡no!. ¿Al Estado español?; ¡no!. La
asamblea del 8 de septiembre de Fuenlabrada fue, además de
ilegal, una vergüenza. Algunas de las 18 asociaciones que
asistieron solo existirían sobre el papel: ¿cuántos socios
tienen, dónde viven…? ¡La mayoría son en la práctica
unipersonales!. De hecho, ¿qué y a quién representan?. Mira
el caso de Mohamed Alí”.
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