Hace ya varios años, me dio a mí
por darle vida a una sección con título en inglés, “city
hall”, que tuvo una buena acogida de público y de crítica,
como suelen decir quienes cubren las obras de teatro. La
sección consistía, mayormente, en contar cosas relacionadas
con el vivir diario del Ayuntamiento y alcanzaba su momento
más interesante cuando había pleno.
En las sesiones plenarias, de aquel tiempo, yo trataba de
ver lo que pasaba inadvertido: detalles grotescos, bostezos
carentes de urbanidad, tiques nerviosos, maltrato a la
lengua, miradas encontradas más afiladas que una chaira
albaceteña, malos modos, mal gusto o buen gusto en los
acicalamientos, o bien concejales o diputados que se
distinguían por cualquier motivo digno de ser destacado,
según mi particular visión del momento.
Aunque por encima de todo ello, lo que más juego me daba era
la gresca entre políticos. Y ya no digamos nada si alguien
perdía los nervios y terminaba dándole el correspondiente
soponcio. La descripción de un patatús, producido por la
discusión arrebatada entre políticos y la irrupción en
escena de la consabida histeria, vendía periódicos como
churros al día siguiente.
Recuerdo esas crónicas parlamentarias, con cierto agrado,
cada vez que me detengo a leer lo que suelen escribir los
periodistas que son designados para cubrir los plenos. Me ha
sucedido con el celebrado el jueves. Y es que el
enfrentamiento entre Juan Vivas y Mohamed Alí, créanme,
merecía un tratamiento literario acorde con el hecho. Y no
limitarlo a unas simples reseñas dando fe de que ambos
llevan ya tiempo odiándose fraternalmente.
Tiene usted ‘dos caras’, le dice el presidente de la Ciudad
al hombre que lidera la oposición. En una palabra: Vivas no
se corta un pelo en llamarle falso a Mohamed Alí. Con lo
cual le está diciendo que no es de fiar y que ha perdido su
confianza. Y, por si fuera poco, le hace saber que no está
dispuesto a permitirle ni una amenaza más ni tampoco ningún
tipo de descalificación. Y hace una defensa cerrada del
Gobierno: del cual resalta que nunca ha tratado de imponerse
mediante la intimidación o la fuerza. Aquí rechazamos la
prepotencia que usted nos achaca.
Me imagino que los seguidores del presidente, que son
muchos, estarán celebrando la respuesta enérgica de un Vivas
a quien tanto se le critica su falta de firmeza en
situaciones adecuadas para lucirla. Sin que por ello pueda
resquebrajarse su condición de persona tenida por afectuosa
y útil.
Pero Mohamed Alí, buen político y hueso duro de roer, no se
achanta y aprovecha la ocasión para decirle a JV que si hay
alguien falso, mucho más falso, es él. Y que no está
dispuesto a seguir soportando un ninguneo inadmisible en los
tiempos que corren. Y, claro, las palabras le salen
atropelladas y regadas por la bilis de estar en una
oposición que no halla el camino idóneo para dejar de ir
perdiendo clientelismo a chorros. De ahí la necesidad que
tiene UDCE-IU de sumarse al proyecto de Salvador de la
Encina.
Pues bien, a mí, la verdad sea dicha, me hubiera gustado
estar en ese pleno, del jueves pasado, para haber contado
todo lo ocurrido durante la bronca habida entre Vivas y Alí.
Y, perdonen la pedantería, seguro que ustedes hubiesen
disfrutado de mi exposición de los hechos. Y es que si uno
disfruta relatando lo sucedido, transmite ese disfrute a los
lectores. Axioma.
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