Este fin de semana me corresponde descansar después de un
largo maratón por los pasillos, salas y antesalas del
Hospital General. Es bueno que revisen cada una de las
cédulas del cuerpo y analicen la salud y fortaleza de las
mismas cuando se llega a determinada edad. No hay que dejar
pasar ningún detalle si se quiere estar sano el resto de los
días.
Aprovechando el hueco, me he colado en mi antigua empresa
municipal para saludar a ex compañeros y mandar a freír
espárragos a mi ex jefe, yo sé lo que me escribo, pero no le
canto las cuarenta. Sin embargo, pese al clima de casi
crispación que reina en la empresa, mantuvimos una
conversación sobre la actualidad de la misma. Hablamos del
oro y del moro; del oro porque desde que los EE.UU
decidieron eliminar el patrón oro de su sistema monetario y
utilizar el papel moneda como principal referente de su
economía, los moros están haciendo valer su oro negro de
manera que los americanos cambian su sistema de relaciones
comerciales con los demás países por el sistema “patente de
corso”.
Ignoro si el petróleo tiene sus días contados, pero lo
cierto es –y eso muy pocos lo saben- que la reserva federal
de oro de los EE.UU no es la misma de siempre. O bien el oro
norteamericano está escaseando realmente, desde la crisis de
los 60, o bien en Fort Knox existen partidas de oro
adulterado y que en realidad hay mucho menos de lo que el
mundo cree. Ignoro si Vds., queridos e hipotéticos lectores,
lo saben pero desde 1953 no se ha hecho un buen balance del
oro norteamericano. La mayor parte del oro que queda es
impuro, ya que procede de la fundición de monedas –contenían
plata, cobre y antimonio- que el entonces presidente de los
EE.UU, Teodoro Rooselvet decidió retirar de la circulación
cuando se declaró ilegal en su país la posesión de oro.
Si yo fuera moro, me negaría a aceptar dólares de papel por
mi petróleo y exigiría oro, o por lo menos una moneda
respaldada por el patrón oro. Si fuera así, los EE.UU
desaparecerían del mapa económico mundial porque no duraría
mucho. Ya que como digo antes, la crisis de los 60 obligaron
a los americanos a usar gran parte de su oro para sostener
el dólar, con la intención de reponerlo más tarde. Nunca lo
hicieron.
Como el gobierno norteamericano no permite el recuento
testimoniado del oro que tiene depositado, se comprende
perfectamente que éste falta en abundancia del interior de
sus arcas y para que no se note la carencia invade otros
países para ROBAR sus riquezas y que los ciudadanos
norteamericanos sigan siendo tan irresponsables usando sus
grandes coches y despilfarrando combustible sin pensar en el
futuro. Otra cosa no es la invasión de Irak, Afganistán y
otros países. No se preguntan Vds. ¿por qué no invadieron,
colaborando con el resto de fuerzas europeas, la antigua
Yugoslavia?… porque no hay oro ni petróleo, o sea que
carecían de botín.
Volviendo a lo de mi ex empresa -bueno eso de ex es relativo
por cuanto sigo perteneciendo a la plantilla al menos en un
15%- se avecina una fuerte crisis a causa de la polémica
levantada por la obras del AVE. Los problemas se acumulan en
las obras y los errores se están pagando muy caros, están
dando la razón a los defensores de cambiar el trazado para
que pase lejos de la Sagrada Famila, la monumental obra
arquitectónica de Antoni Gaudí, y sobre todo están
perjudicando gravemente a los trabajadores que utilizan los
trenes de cercanías para su habitual desplazamiento
casa-trabajo-casa.
Ante la situación creada por la precipitación en terminar
las obras del AVE antes de diciembre, el Ayuntamiento
barcelonés quiere preparar un servicio especial de autobuses
alternativo a Cercanías, por si hace falta. Esto se llama
prevención ante la más que posible interrupción de los
servicios de trenes. Los socavones de los días pasados así
lo aconsejan y la improvisación en sistemas de seguridad
durante las obras obliga a mirar con lupa su desarrollo. No
sea que la ciudad entera se hunda a causa de los terrenos
blandos y los múltiples túneles, alcantarillas y pasos
subterráneos existentes.
Cuando decidieron desterrar las fábricas y empresas de la
ciudad condal hacia las afueras, no pensaron en el futuro
sobre los medios de transportes. Hoy en día vemos con
desagrado el resultado de tal precipitación. Menos mal que
estoy jubilado, aunque sea parcialmente.
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