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cultura - VIERNES, 26 DE OCTUBRE DE 2007

 

reacciones

El músico triunfa con la ejecución de una
de las piezas más difíciles para piano

CEUTA
Rober Gómez

local
@elpueblodeceuta.com

Sin duda, el momento del recital en el que Tomás Lobato demostró su virtuosismo con las teclas de un piano fue con la obra que cerró el concierto, nada menos que el Aprés une lecture du Dante (fantasia quasi sonata), de Franz Liszt, una de las piezas más complicadas que existen para este instrumento.

Liszt es uno de los más grandes pianistas, revolucionando la técnica de tocar, con nuevos pasos del pulgar y trémulos muy característicos. Dio un virtuosismo que no había hasta la época. Era el arte de la técnica pura; y pianísticamente, sus obras son las más complejas que hay.

Y precisamente, la fantasia quasi sonata es una de las obras más complicadas de Liszt. No en vano, Lobato ha recibido formación complementaria con pianistas de fama internacional como Ronn Greidanus, David Hoyland, Julián López, Luis Rego o José Felipe Díaz, además de haber sido tutoreado en Sevilla por el catedrático José Manuel de Diego.

El músico caballa salió airoso de su enfrentamiento con Liszt y el público le despidió deseando no tener que volver a esperar siete años.
 

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