Tras siete años sin tocar en casa, el prestigioso pianista
local triunfo en su plaza en un recital en el Salón de actos
de Caja Madrid, donde interpretó piezas de Beethoven,
Rachmaninov y Debussy, además de Aprés une lecture du Dante
(fantasia quasi sonata), una de las obras técnicamente más
difíciles de ejecutar que existen.
Hacía siete años que Tomás Lobato no deleitaba en casa con
su maestría al piano. El último concierto en Ceuta fue, de
hecho, el de Jóvenes Valores. Después, el pianista emigró
para seguir desarrollando su virtuosismo incipiente.
Un concierto que, como el propio Lobato –que hace unos meses
tocaba en Varsovia– reconoció días antes, era especial para
él.
Lobato comenzó deleitando al público ceutí con el clasicismo
romántico de Ludwig van Beethoven y su Sonata nº21 Op. 53
Waldstein.
La segunda obra, el Preludio Op. 32 nº10, de Sergei
Rachmaninov, dio paso a un sentimiento más religioso, más
íntimo.
Para la segunda parte, el músico de Ceuta se guardó a Claude
Debussy y Franz Liszt.
La obra de Debussy, L’isle joyeuse, fue la pieza más
conocida para el público menos entendido.
No es este el primer concierto de Lobato (24 años), ni mucho
menos, si tenemos en cuenta que inició sus estudios
musicales a los 5 años.
A los siete años actuó de organista en la parroquia de los
Remedios de Ceuta y a los ocho ingresó en el Conservatorio
de Música de la ciudad autónoma, donde hizo los cuatro años
del Grado Elemental de la LOGSE.
Con sólo nueve años comenzó a dar recitales en Ceuta, Burgos
o León, entre otras ciudades españolas.
El pasado mes de julio fue seleccionado para intervenir en
el Gran Concierto Final del Festival Chopin en la capital
polaca, Varsovia.
|