Mi primo, el que está en Francia
jubilado, al que le voy a pedir que se venga para España,
ahora ya no es del PCE por la cosa aquella que les conté de
cuando partió el carné de militante en la fiesta de
L´Humanité, donde nos cobraron un ojo de la cara y el otro
también. Ahora, mi primo, es del PSOE.
Cuando lo llame, estas Navidades, no voy a tener más remedio
que contarle la situación por la que atraviesa su partido en
la tierra que le vio nacer. Sé, positivamente, que le va a
doler en lo más profundo de su alma la noticia que le voy a
dar, cuando le diga que está más roto que la cama de un loco
y más dividido que una tarta de un euro en casa de un pobre.
Bueno también le diré, porque es justo decirlo, que de la
Encina es el encargado de poner orden y concierto en el
partido. Trabajo, desde luego, no le va a faltar para sacar
al partido del lamentable estado en el que se encuentra.
Cuando le comente esto, me va a pedir todas las
explicaciones del mundo y, sobre todo, cómo y por qué se ha
podido llegar a estos extremos en el partido de sus amores.
Ello, indiscutiblemente, me va crear un serio problema. A
ver cómo le explico las causas que han llevado a los
socialistas ceutíes a tan lamentable situación.
¿Le digo qué todo se debe a esas luchas internas, mantenidas
por todos y cada uno de los que quieren mandar?. ¿Le cuento
qué todos aquellos que decían ser socialistas y que
inundaron la calle Daoíz cuando vencieron en las elecciones,
eran unos cuentistas qué sólo buscaban sus intereses?. ¿Le
digo qué todos aquellos qué eran cabeza de cartel, al no ser
designados como lideres se fueron y crearon otros partidos,
qué decían eran de izquierdas y socialistas?.
La verdad es que estoy hecho un lío y no me aclaro ni con
detergente. En verdad no sé qué le voy a contestar a las
preguntas qué me va a hacer. Además se que me va a
preguntar, cómo es posible que se fueran esos que eran ser
cabeza de cartel y fundaran otros partidos diciendo ser
socialistas. ¿Cuántos socialismos hay?.
Pensándolo bien, he decidido no contarle nada de nada y que
sea él, cuando venga, el que lo vea con sus propios ojos y
saque, por tanto, sus propias conclusiones. Lo que si le voy
a decir, sin ocultarle nada, lo bien que se vive en éste
hermoso país, aún llamado España y lo bien que lo pasamos
con las chorradas que, algunos personajillos de esos que se
autodenominan políticos, nos cuenta cada día. La verdad que
España, ya lo dijo aquel, es diferente y, gracias a Dios, no
hemos perdido el humor para tomarnos a broma, no se puede
tomar de otra forma, lo que largan por esos piquitos de oro,
algunos polítiquillos del tres al cuarto.
Le diré, para que vea como está de gracioso este país, que
un personajillo se enfada porque le llaman José Luís en vez
de Joseph LLuís. En Andalucía le hubiésemos llamado
“Pepeluís” y nos hubiésemos quedado tan tranquilos. Y ni te
cuento, si al llamarlo de esa forma se nos cabrea. El
cachondeo con el nombre hubiese sido de los de aquí te
quiero ver, lo cual hubiese dado lugar a aumentar el cabreo
del personajillo. Dame la manita Pepeluís
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