A sus 24 años es, probablemente, el pianista más ilustre
de Ceuta, aunque circunstancialmente nació en Salamanca. Se
crió y formó en la ciudad autónoma, de donde tuvo que salir
para seguir creciendo como instrumentista. Después de siete
años sin tocar en Ceuta, el de hoy –en el Salón de actos de
Caja Madrid (20:30 horas)– va a ser “especial”, reconoce. En
su inmenso currículum vitae figura en negrita el
sobresaliente en el grado superior como licenciado en Música
en la especialidad de Piano. Lo último que ha hecho, el
pasado mes de julio, fue nada menos que en la Academia de
Música Frederic Chopin en Varsovia, donde fue elegido para
el curso impartido por los finalistas del prestigioso
Concurso Chopin.
Pregunta.- ¿Hace cuánto que no tocaba en Ceuta?
Respuesta.- Siete años. El último fue el Concierto de
jóvenes valores.
P.- Supongo, entonces, que será un concierto especial.
R.- Sí, para mí es especial. Suelo venir frecuentemente,
porque tengo aquí a mis padres. Tenía desde hace mucho
tiempo ganas de tocar en casa. Lo que pasa es que por
motivos de estudio no he podido hacerlo, porque he tenido
que estar fuera, como en Polonia, haciendo cursos.
P.- ¿Cómo ve el panorama de la música clásica en Ceuta?
R.- La calidad del profesorado es buena y se nota que está
mejorando. De hecho, se ven también los resultados en que el
interés de los alumnos es mayor. En cuanto a orquestas no sé
mucho. Sé que hay una que está compartida con la de Jerez.
Hace unos cinco años no teníamos orquesta y esto es bueno,
pero todos los comienzos son difíciles. Los años van dando
el prestigio.
P.- Hábleme un poco del concierto. ¿Qué se va a encontrar
la gente?
R.- Un programa variado. Abarca desde el clasicismo a la
música contemporánea.
P.- El recital lo divide en dos partes. En la primera,
Beethoven y Rachmaninov. ¿Cómo son estas piezas?
R.- Empezaré con Beethoven, que es clásico-romántico. Tiene
las bases del clasicismo, pero las formas del romanticismo.
De esta obra, la Sonata nº 21, es peculiar el segundo
tiempo, que fue sustituido por ser demasiado largo.
Beethoven estaba por sacar la obra tal y como estaba, pero
lo consultó con unos amigos que le convencieron de que era
demasiado largo. Cambió ese movimiento por otro y la otra
parte la sacó como obra independiente. Beethoven ha sido uno
de los más grandes; junto a Mozart y Bach son los pilares.
La segunda obra, el Preludio nº 10, es de Rachmaninov, de
poca duración. En los preludios Rachmaninov marca ese
sentimiento religioso. Él vivía cerca de un campanario y en
estos preludios trata de reproducir las campanadas en los
bajos. La armonía es también muy peculiar, porque
Rachmaninov es un virtuoso. Todo el mundo sabe que tenía una
mano descomunal. Los preludios, no obstante, son mucho más
íntimos, no son de tipo virtuosístico.
P.- ¿La segunda parte es más contemporánea?
R.- Sí. Lo he estructurado un poco cronológicamente. La obra
de Debussy, L’isle joyeuse, es una pieza impresionista
conocida. Se basa en la figura del trino y después se
desarrolla sobre el bajo. Terminaré con la Fantasia quasi
sonata, de Liszt, uno de los más grandes pianistas, que
revolucionó la técnica del piano. Fue un boom; la nueva
forma de tocar, con nuevos pasos del pulgar. Los trémulos
que tiene son muy característicos también. Dio un
virtuosismo que no había hasta la época. Fue un poco el
competidor de Chopin, que era mucho más meláncolico. Liszt,
en cambio, era el arte de la técnica pura. Pianísticamente,
sus obras son las más complejas que hay.
P.- La que va a interpretar, ¿qué grado de complejidad
tiene?
R.- De las obras más complicadas de Franz Liszt. Lo
importante de la música es encuadrar a cado uno en sus
tempos. No puedes interpretar a Beethoven como a Liszt. La
importancia a la hora de interpretar piezas del periodo
clásico es la claridad, la métrica. En Liszt, por ejemplo,
la métrica es más flexible, tiene una lógica diferente al
clasicismo.
P.- De su extensísimo currículum, ¿de qué está más
satisfecho?
R.- Es difícil de responder. Tengo buenos recuerdos de haber
estudiado aquí, porque tuve profesores buenos. Fue un
prestigio también estudiar en Sevilla, donde me dirigió José
Manuel de Diego, que es catedrático de piano. Luego, las
clases magistrales, porque cada profesor tiene su nombre.
P.- Viene de participar en Varsovia en el Curso
Internacional de la Academia de Música Frederic Chopin,
¿cómo fue esa experiencia?
R.- Se puede decir que son los mejores profesores y
pianistas que hay ahora. De hecho, el Concurso de Chopin es
un puntal famoso. Todo el mundo que estudia en Varsovia
tiene una enseñanza muy buena. Los profesores polacos te
forman de una manera extraordinaria. Estoy orgulloso de
haber sido seleccionado entre más de cien personas. Había
koreanos, chinos, japoneses, mucha gente de países
orientales, que tienen la fama de tocar muy, muy bien, y se
pudo demostrar también que los españoles valemos.
P.- ¿Cuál es el concurso más prestigioso en España? ¿Se
ha presentado alguna vez?
R.- El del Concurso Internacional de Santander, pero los
concursos tienen algo de política, porque si eres alumno de
Azkhenazy o algún otro profesor de los más prestigiosos del
mundo te seleccionan.
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