Un par de monjas y un cura han pasado cerca de mí, sin
decirme nada, camino de no se qué habitación para hacer
alguna gestión de esas que normalmente hacen. A la vista de
su paso, me suena la noticia sobre los problemas de la
Iglesia católica referente a los bautismos.
El fundamentalismo islamista exige que una persona sea
musulmán para siempre, sin posibilidad de revocar su
decisión so pena de sufrir los mayores tormentos con la
muerte como meta final.
En el mundo cristiano, concretamente en los católicos, el
bautismo es un acto de fe que reafirma su condición de
católico, apostólico y romano… hasta que se encuentra con
una píldora difícil de tragar.
En España hay más de 3.000 personas, a las que podemos
catalogar de ex cristianos, que luchan por borrar su nombre
de la lista de bautizados. Se llaman apóstatas, palabra que
define otras cosas además de negar la fe de Jesucristo
recibida en el bautismo.
Apóstata es el religioso que abandona irregularmente la
orden o el instituto al que pertenece; apóstata es el
clérigo que prescinde habitualmente de su condición de tal,
por incumplimiento de las obligaciones propias de su estado;
apóstata es aquél que abandona un partido para entrar en
otro, o cambiar de opinión o doctrina…
Como estamos en un país democrático, después de largos años
teniendo a la Iglesia dominando la política española, y a
sus ciudadanos, cogida del brazo del general, tenemos un
organismo que vela por la protección de datos de sus
ciudadanos, con una serie de normas, con el derecho
implícito y explícito de poder anular, confirmar o
rectificar los datos si no está uno conforme con ello.
Por tanto, la Audiencia Nacional no ha podido hacer otra
cosa que atender a un ciudadano particular, en base a la Ley
Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal,
rechazando el recurso presentado por el Arzobispado de
Valencia contra la resolución de la Agencia Española de
Protección de Datos sobre la aceptación de la solicitud de
que ese particular pida que la Iglesia rectifique el libro
de bautismo tras apostatar. Tiene todo el derecho, el
ciudadano, de cancelar el mismo.
El Arzobispado de Valencia había respondido al ciudadano que
no rectificaría su Libro de Bautismo porque éste no es un
fichero de datos ni sus asientos prejuzgan la pertenencia
actual a la Iglesia Católica. Esta respuesta la considera,
la Audiencia Nacional, como claramente insatisfactoria y ha
dado diez días al Arzobispado para que notifique, al
apóstata, que se ha hecho la cancelación de su inscripción
bautismal.
De no hacerlo así, el Arzobispado de Valencia, puede
incurrir en alguna de las infracciones previstas en la Ley
Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal. El
arzobispo estudia ahora la sentencia para recurrirla ante el
Tribunal Supremo. La sentencia abre las puertas a que otros
apóstatas emprendan la misma diligencia.
En mi opinión, creo que la Iglesia no puede negar el deseo
de un ciudadano si éste decide abandonar el credo. No soy
apóstata, desde luego, en nada pero creo firmemente en las
libertades democráticas de la persona -¡ojo!, no confundir
con libertinaje- y lo mismo el ciudadano puede votar
libremente a tal o cual partido como rezar a Alá, Buda,
Jehová, Jesucristo, Krishna, Yavhé u otros dioses… imponerle
que vote a un determinado partido ya no es democrático, es
dictadura. Lo mismo se configura la imposición de un credo
en el que no cree, si tenemos en cuenta que le fue impuesto
sin ser mayor de edad ni estar en posesión de sus facultades
mentales adultas.
Supongo que la futura Memoria Histórica traerá también
párrafos relacionados de cómo impuso, la Iglesia Católica,
su religión en el mundo –lo mismo que la islámica- a base de
garrotazo y tentetieso supongo. La Historia que me
enseñaron, en mis tiempos de estudiante, estaba redactada de
manera tan partidista como…, dejémoslo así, no vayamos a
trasladarnos a las tierras bajas del Valle del Po y nos
encontremos con un don Camilo que nos infunda terror.
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