No parece muy edificante que las
autoridades de nuestro país permitan que inmigrantes
irregulares permanezcan sin ser atendidos convenientemente,
ni controlados por Extranjería como debiera ser correcto.
Tenemos a más de una treintena de estos asiáticos, huidos
del CETI, acampados al fondo de la barriada Postigo, más
allá de la perrera municipal, abandonados y a la espera de
no se sabe bien qué, por parte de las autoridades españolas.
Los asiáticos tienen claro que no desean volver a su país,
por lo tanto lo pondrán muy difícil para ser repatriados.
Sin embargo, la acampada de estos inmigrantes en aquel lugar
empieza a recordar los comienzos del campamento de
Cala-mocarro. Se trata de un asunto un tanto espinoso que,
guste o no, debe ser tomado muy en consideración por la
Delegación del Gobierno.
La iniciativa de estos bangladeshíes puede ser copiada por
otros tantos inmigrantes irregulares del CETI, ¿por qué no?.
Queda claro que si no se hace nada al respecto, el camino
que se enseña cuenta con su peligro por mostrar endeblez.
Entre tanto, la cuestión humana no debe ser evitada. Los
inmigrantes asiáticos que se encuentran acampados y huidos
están desamparados, algo que no debería ser permitido por
ninguna administración competente en materia de inmigración.
Sanitariamente hablando, la responsabilidad de Delegación
del Gobierno es evidente. Pero además de ello, en Ceuta
alguna que otra ‘oenegé’ existe, y bien pudieran asumir el
cuidado de inmigrantes que necesitan ayuda urgente.
En tanto la administración se retrasa, en tanto la
burocracia camina lenta y pasmosa, estos 33 hombres pasan
hambre y grandes dificultades, algo impropio que suceda en
la Ceuta que ya ha contado con suficientes experiencias como
para saber responder a estas situaciones.
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