Los ceutíes del barrio de San José continúan indignados por
la polémica de los dos indigentes. Aisha Abdeselam,
presidenta de la barriada, se lamentaba ayer a este
periódico por la situación de los vecinos. “Vivimos una
situación de terror”. Dos personas, una señora y un joven
llevan cerca de una año pernoctando y residiendo en las
inmediaciones del mercado de Hadú. “Con el joven sólo nos
preocupa el tema de la limpieza, pero la mujer, aparte de la
higiene, tiene problemas psicológicos”.
Consta una denuncia común en los juzgados de la ciudad
presentada por parte del antiguo presidente de la barriada,
Mohamed Hamido y de la propia Aisha, pero aún no se ha
movido ficha por parte de las instituciones; ni siquiera
existe una fecha para que el juez falle. ¿Cuál es el
principal inconveniente de la indigente? La violencia que
utiliza con los vecinos y visitantes del barrio. “El otro
día, unos soldados que realizaban actividades físicas por
nuestro barrio recibieron un palo de la mujer, y le rompió
la muñeca a uno de los dos”. Cerca de la calle Hadú se
encuentra el colegio Severo Ochoa, con lo que el tránsito de
escolares es contínuo por la zona que ocupa la indigente.
Este es un problema añadido, ya que, según la presidenta,
“no sabes por dónde te va a salir y uno va aterrorizado por
la calle”.
La historia de esta señora resulta peculiar. “Hace un año
ocupaba un piso en este barrio, pero lo declararon en ruina
y lo derribaron. Estos vecinos fueron destinados al barrio
del Príncipe Alfonso”, pero ella no quiso marcharse y se
dejó caer a la calle. “Desde hace un año padecemos una
tortura psicológica”, declara Aisha. “Tendría que estar en
un centro, no en la calle. Siempre anda sucia, rodeada de
gatos y con dos palos de fregona. Además, de madrugada
chilla y molesta a la vecindad”.
La presidenta indica que es imposible “hablar con ella, a
pesar de que la conocemos desde hace años”. La última
intervención de las autoridades se produjo hace
aproximadamente tres meses, cuando varios agentes
municipales se la llevaron a dependencias policiales; sin
embargo, la dejaron en libertad a las pocas horas.
“Esta señora -explica Aisha- ha cotizado toda su vida, tiene
dinero, pero no lo utiliza y prefiere vivir en estas
condiciones”, termina.
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