A punto de pasar el tramo decisivo, que puede llevarme o no
a buen puerto, aprovecho la espera para continuar mi
contacto con los lectores de El Pueblo de Ceuta, como un
hábito al que me niego dejar, y seguir escribiendo cosas que
a algunos le suenan a perogrulladas, bien lo sé, pero que al
fin y al cabo no deja de ser una opinión, personal desde
luego, que dejo plasmada a través del portátil.
Establezco, dentro de mi opinión, que el Tribunal
Constitucional no puede ni debe ser un campo de batalla
político entre representantes de diversas tendencias que
ventilan sus cosas por encima de lo que tiene que ventilar
un Constitucional.
Me suena a choteo que se ponga en juego intereses personales
de sus miembros y dejen para otra ocasión los asuntos
pendientes que el alto tribunal tiene en el carro de las
desavenencias políticas.
La actitud del PP, en su plan preconcebido de impedir
gobernar a los socialistas, sea como sea, es adoptada por
los miembros conservadores del Constitucional y ello anula
por completo las garantías, que dicho Tribunal puede llegar
a ofrecer en la supuestamente neutral actuación, sobre sus
dictámenes.
Recusaciones, abstenciones, etc., esas aberraciones están a
la orden del día en el seno del mismo y la última e
incomprensible actuación sobre apartar a la propia
presidenta del órgano, María Emilia Casas, de las
deliberaciones sobre el recurso del PP contra la continuidad
de la misma.
Las democracias modernas se basan en Constituciones dotadas
de valor normativo garantizado en forma cada vez más
extendida por órganos encargados del control de
constitucionalidad, que ejercen la jurisdicción
constitucional.
Es el regulador de la convivencia y centro de equilibrio del
sistema de poderes y el derecho de depuración de normas
contrarias a los mandatos constitucionales ¿no?
La Ley Orgánica 6/2007, de 24 de mayo, que modifica la Ley
Orgánica 2/1979, de 3 de octubre, del Tribunal
Constitucional y en su artículo 16, punto 3, establece que
el mandato de los magistrados será por nueve años,
renovándose el Tribunal por terceras partes cada vez.
A partir de ese momento se producirá la elección del
Presidente y del Vicepresidente, si el mandato para el que
fueron designados no coincidiera con la renovación del
Tribunal Constitucional, tal mandato quedará prorrogado para
que finalice en el momento en que dicha renovación se
produzca y tomen posesión los nuevos magistrados. ¿Por qué
no modificaron, cuando el PP gobernaba, ese artículo?
Aclarado el asunto con la propia Ley Orgánica, las
actuaciones de los miembros del mismo ya raya en el límite
de lo esperpéntico y más se parece a una de esas luchas
circenses entre dos equipos de musculosos luchadores que de
serios magistrados. Porque el recurso presentado por el PP
es contra la propia Ley Orgánica de este tribunal,
concretamente contra el artículo, que cito arriba, que
permite prorrogar los mandatos automáticamente.
Si el presidente del Constitucional fuera un conservador…
¿el PP habría recurrido?, dejen que me ría.
Ya sabemos, de sobras, que los peperos son malísimos
perdedores y como tales, además de jugadores fulleros,
buscan los tres pies al gato en intentos de imponer sus
tesis retrógradas y ancladas en el siglo XIX, cuando tenían
las venas de colonialistas y totalitarios mientras el país
vivía en la miseria, como esos cuarenta años de ingratos
recuerdos para la inmensa mayoría de los españoles.
Por lo que se ve, les molesta que el propio ciudadano de a
pie se enriquezca y para ello, cada vez más, ponen
inconvenientes al progreso al que estamos lanzados, con
burdos pretextos como el de la descomposición del país… que
en realidad es un invento de ellos mismos por cuanto las
pretensiones separatistas son solo eso: pretensiones.
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