Mientras el Consejo de Ministros
acuerda un aumento del presupuesto para que el Ingesa pueda
comprometer un mayor gasto de cara a dotar al nuevo hospital
de los medios materiales necesarios como para que ande
operativo en 2008 [y no faltar al compromiso de su apertura
para no quedar mal antes de las Generales], la verdadera
realidad de la Sanidad en Ceuta es harta complicada.
Empieza a no ser novedad el que los profesionales sanitarios
se concentren para expresar repulsa por sucesos sufridos en
el interior de las dependencias en el que media la agresión
del cafre de turno.
Comienza a ser reincidentes las protestas reiteradas de los
profesionales de la Sanidad por el abrumador trabajo a la
hora de dispensar servicios sanitarios a la población ya sea
en los ambulatorios de Atención Primaria, ya sea en las
Urgencias hospitalarias. Parece que no hay sector concreto
en el que no existan problemas estructurales o de
organización. Y todo por la falta evidente de personal para
hacer frente a la masiva atención que se hace necesario
absorber para cubrir a la población ceutí... y a la marroquí
[no cuenta en las estadísticas, pero sí provoca masificación
y gasto de medios materiales] que ya se ha convertido en
usuaria cotidiana de los servicios sanitarios españoles.
Consecuencia de lo cual el stress para los profesionales es
evidente; entre otras cuestiones porque la población
española, a diferencia de la marroquí, se encuentra
controlada con el muy completo programa de vacunas contra
enfermedades que capitanea la sanidad pública.
El gobierno español, tan dadivoso a veces, puede -si quiere-
plantear inversiones sanitarias, mediante programas de
colaboración, en Marruecos y, sobre todo, en su región
norte. Un modo de evitar malos servicios públicos a los
administrados españoles de Ceuta y Melilla como consecuencia
de la masificación provocada por las estadísticas cero.
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