La verdad es que el concurso convocado por la Ciudad
Autónoma, para adjudicar dos licencias de televisión digital
terrestre, está provocando situaciones conmovedoras, de esas
que le hacen a uno saltársele las lágrimas, ante tanta
llamada y apelación al sentimiento patrio, de patria chica,
de Ceuta, mi ciudad querida, a la que, según quien edita El
Faro, Juan Vivas ha dejado de querer, que bien avisado está
ya: Como se lleve la adjudicación alguien de fuera de Ceuta,
Juan Vivas habrá demostrado que nos ha engañado a todos, a
los que lo hemos dado todo por Ceuta. Y de seguir así, con
este discurso tan puro de defensa de lo propio, el autor
único de las feroces críticas realizadas desde el decano de
la prensa de Ceuta al Sr. Vivas, debería para afirmar más su
ceutismo, pedir como Carod que no le llamen José Luís, y
decirle a todo el mundo que él se llama “Rafaé”, que es como
su nombre se dice por el sur, igual que en Catalunya se dice
Josep Lluis y que los de fuera lo aprendan y si no les
gusta, que se callen.
Pero guasa aparte, ¿cuánto tiempo se puede mantener un farol
sin llevar buenas cartas?.
Nuestro “patriota” en cuestión, hombre público en su tiempo,
que empezó regalando sartenes y acabó dando sartenazos,
pensó sin duda cuando podía administrar los intereses de los
ceutíes, que lo que se quedaba él ya se lo quedaba Ceuta,
confundiendo lo de Ceuta con lo suyo y lo suyo con lo de
Ceuta, aunque bueno, de eso de confundirse nada, que los
confundidos y confusos éramos los demás, hasta que hartos ya
los ceutíes de tanta confusión, le mandaron al garete,
aunque durante muchos años tuvieron que seguir resbalando
sobre tantas aceras públicas que el “patriota” nos dejó en
herencia para nuestro martirio en los días de lluvia,
pagadas por cierto por todos nosotros sufrientes y dolientes
a precio de lujo.
Observándole estos días bramar desde su faro, apelando a
sentimientos que él jamás anidó en su corazón, lanzando
avisos al único político que ha invertido de verdad en
Ceuta, el presidente Vivas, pretendiendo una vez más
quedarse para si porque si, con lo que hay que ganar
legítimamente, fomentando la xenofobia, lo único que se
puede sentir es pena ante un viejo fantasma que ya no
produce miedo, que ya no impresiona ni engaña a nadie y que
sólo inspira risas y lástima.
Utilizando trucos de acabado tahúr: amenazas, denuncias a
medias, noticias sesgadas, avisos, etc., pensaba que, una
vez más, podía torcer la voluntad de quien legítimamente
gobierna, pero sin contar con la respuesta para él más
inesperada: el silencio, o sea, aquello de: a palabras
necias, oídos sordos, lo cual debió dejarle por momentos
absolutamente desorientado. Y veíasele contando su historia
de desamor a todo el que quisiera escucharle: del PP, del
PSOE, del Congreso, de la Delegación del Gobierno, de la
Confederación de Empresarios (aquí como en familia), vamos,
como la zarzamora que llora que llora por los rincones.
Y sin cartas y sin fuerza para mantener el farol, decide
finalmente decirnos a todos en su editorial y, sobre todo,
al gobierno de la ciudad, que él para nada ha criticado al
Sr. Vivas, sino que siendo uno de sus mayores defensores, le
está avisando de que se la quieren liar otros, que ese es el
único sentir de los bondadosos párrafos que le lleva
dedicando durante muchos días, pretendiendo de este modo
aliviar el encuentro con el Presidente de la Ciudad, quien
le recibió hace un par de días flanqueado por Gordillo, a
él, a “Rafaé”. En ese encuentro, Vivas “agradeció
encarecidamente” a “Rafaé”, las glosas que éste le llevaba
dedicando sobre los amores murcianos
(político-empresariales, se entiende) de nuestro Presidente
y, tal vez, sólo tal vez, le recordó también alguna
gestioncilla que tuvo que hacer con el gobierno de la región
de Murcia, para salvar a nuestro “patriota” de su debacle
empresarial en esa región. Al parecer, ni Vivas ni Gordillo
recordaron ninguna supuesta promesa hecha a nuestro
personaje de hoy, sobre el total control, pretendido sin
duda por él, de los medios de comunicación de Ceuta, a pesar
de su insistencia en recordarles promesas y juramentos
hechos por ellos a favor de él.
Vamos, que si las promesas hubiesen existido, de cumplirse,
habría conseguido nuestro gran ceutí, que el Presidente y el
Vicepresidente del gobierno de la ciudad, hubiesen
prevaricado, tratándole a él con un privilegio sobre el que
ha avisado que no va a consentir para otros y, cómo no, que
lo de Ceuta se quede en Ceuta, o sea: en su mochila. Lo que
más inquieta es su incipiente torpeza: ¿Cómo habiendo sido
el cocinero antes que fraile, llega a fiarse de promesas de
políticos?. El pobre.
De aurora boreal.
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