José Luís Rodríguez Zapatero,
presidente del gobierno español porque así lo decidió en las
urnas el pueblo español guste o deje de gustar, ha afirmado
que los ataques a España “ni siquiera son un resfriado”.
Aproximadamente dos horas después, de esta afirmación,
ciento de jóvenes encapuchados iniciaban una larga batalla
campal contra la Ertzaintza en San Sebastián.
Con el debido respeto, señor presidente de todos los
españoles, esto tiene ya más señales de ser un virus cercano
a la gripe que un simple resfriado. Y la gripe es algo
peligroso, contra la que hay que vacunarse tal y como, de
forma insistente, se nos dice en la tele.
La gripe, algunos humoristas la han comprado con el número
111. O sea, para aclararnos, dicho número empieza con uno,
sigue con uno y acaba con uno. Por eso hay que cuidarse los
simples resfriados, para que no lleguen a convertirse en la
temida gripe. Evitando, con ello, que se cumpla lo del
número de los humoristas con el que bautizaron a la gripe.
Servidor, qué quiere qué le diga señor Presidente, se va a
poner la vacuna contra la gripe, no sea que me vaya a
sorprender y lo pase mal. Y uno, la verdad sea dicha de
paso, no está para muchos trotes ni, por supuesto, para
entablar una lucha contra la gripe. Ya lo dijo aquel, quizás
porque no tenía muchas cosas que decir, “más vale prevenir
que curar”. Pues eso, señor presidente, hay que atajar
cuanto antes los resfriados, para evitar la posible llegada
de la gripe que, a veces, vamos casi siempre, viene con muy
mala leche.
Vamos, es más, tal y como están las cosas, hay que acabar
con cuantos virus vayan apareciendo, no vaya a ser que
debido al empate técnico, uno de esos virus, al no ser
atajado a tiempo, vaya a acabar con esos diez diputados, que
hay que encontrar la precio que sea. Y la mejor forma de
atajarlo, no le quepa la menor duda, es acabar con toda y
cada uno de los virus que están apareciendo
Dejar que los virus vayan creciendo es uno de los más graves
errores que se pueden cometer. Puesto que en cuanto cogen la
fuerza suficiente, ya no hay un dios capaz de acabar con
ellos. Vamos, con los virus me refiero.
Todo esto viene a cuento por su afirmación de que los
ataques a España “ni siquiera son un resfriado”. Usted
perdone pero, con toda sinceridad, creo que la frase no se
ajusta a la realidad. Hay más síntomas de virus sueltos que
de simples resfriados. Y esos virus, son de tal calidad que
pueden dar al traste con cualquiera de sus aspiraciones.
Y, por supuesto, no basta con echarles todas las culpas de
cuanto ocurre a los populares. Ese es otro error, puesto que
cuanto más les culpen más seguidores estarán a su alrededor.
Ya que en este hermoso país, aún llamado España, cuando las
criticas son constantes, sobre determinados grupos o
personas, tienen el efecto contrario al que se deseaba.
Las críticas hay que hacerlas a su debido tiempo y en el
momento oportuno y sin que ellas, toquen en ningún momento
la sensibilidad del pueblo. El pueblo español hay que
conocerlo muy bien, para saber cómo va a reaccionar. Del
desconocimiento del pueblo, viene el divorcio del mismo con
los políticos.
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