A noche me dio por recorrer la Ceuta nocturna, aunque no
tengo edad para disfrutar como “disfruta” la juventud
actual, y noto que no se diferencia mucho de las
“diversiones” de otras juventudes en otras ciudades
españolas. Salvo que aquí se consume demasiado porro y
existen demasiados “cabezas rapadas”, que por cualquier
nimio motivo siempre están para peleas callejeras, además de
que el desmadre llega a un punto en que obligaría al
arzobispo a desenterrar la cruz de la guerra.
También he notado el clima de “preguerra electoral”, no en
Ceuta desde luego, a través de noticias e imágenes que
muestran que la estrategia de los peperos, a nivel nacional,
ha llegado a un punto de no retorno al intentar convertir la
fiesta del Pilar en un arma arrojadiza contra el Gobierno en
una de las mayores manipulaciones que la derecha radical
española ha intentado jamás en plena democracia.
Sabemos por experiencia que la derecha española es experta
en este tipo de manejos para tratar de llevar a su líder,
Mariano Rajoy, a la presidencia del gobierno del país
envuelto en la bandera y utilizando los símbolos nacionales
como algo propio que excluye a quienes no siguen las
directrices del PP.
El mensaje televisivo de Rajoy solo sirve para dar
oportunidad a las chirigotas, a causa de su torpe y estúpida
suplantación del jefe del Gobierno español, y demostrar a
los ciudadanos que sigue aferrado al sistema autoritario del
antiguo régimen, por su rancia reivindicación de una letra
para el himno nacional en la que no dudo vendrá algo de
camisas azules, y su fervoroso llamamiento para que los
ciudadanos madrileños se movilicen hoy, por ayer, bandera en
mano para asistir al desfile militar en el paseo de la
Castellana como si España estuviera en peligro.
Yo creo, sinceramente, que la estrategia del PP hará más
profunda la separación entre los propios ciudadanos
españoles y se convierte en una máquina de crear
independentistas. Si resultara elegido Mariano Rajoy, pase
lo que pase, tendrá que tender puentes hacia los
nacionalistas moderados y con esa estrategia, de perfiles
autoritarios, hace y hará muy difícil que el PP salga de su
aislamiento tan patético como ridículo.
Esta equivocación tan grave, de Mariano Rajoy y la cúpula de
dirigentes, de tratar de convertir la Fiesta Nacional en una
olla a presión es una lástima y un peligro nada desdeñable y
demuestra lo angustiado que está el Partido Popular por unas
sombrías expectativas electorales al tratar de echar el
órdago en el terreno de la simbología profunda.
La identidad de los ciudadanos españoles es inamovible,
Mariano Rajoy y los suyos, absolutamente incapaces de ocupar
posiciones más templadas, acompañados por los voceras, desde
unos contados medios de información, marcan buena parte de
la estrategia pepera y con ello serán responsables de crear
la fractura entre los ciudadanos.
El PSOE no debe entrar en el juego que les propone el PP en
el terreno del españolismo exacerbado y el presidente del
Gobierno, Rodríguez Zapatero, seguirá echando mano a su
reconocida templanza, pese a que sea abucheado, y quedarse a
contemplar cómo el manto de la Pilarica vuelve al primer
plano de la actualidad, en triste recuerdo de aquel
arzobispo de Zaragoza que lo colocó en la cama del moribundo
dictador, por cuanto los ciudadanos con sentido del derecho
democrático no votarán a semejantes incapaces de actuar,
precisamente, con el deber y el derecho que toda democracia
avala.
No deberían caer, los socialistas, en la trampa de llevar la
democracia política al terreno de las tabernas
barriobajeras, ni seguir el juego de patio escolar que
proponen los que ahora, en vez de oposición, se convierten
en enemigos de la convivencia pacifica, sensata e idónea
para llevar el país como hasta ahora.
Las descalificaciones están fuera de lugar y los socialistas
harán mucho bien en tratar de resolver favorablemente el
desacierto de la federación local en Ceuta, y de otras
federaciones, al objeto de seguir siendo el partido
homogéneo que siempre demostró ser.
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