Reconocido como día de la “Fiesta
Nacional de España” por la Ley 18/1987, la celebración del
12 de octubre volvió a servir, ayer, para festejar en Ceuta
y el resto de España la pertenencia un gran acervo común
formado por culturas, lenguas, costumbres y formas de ver
las cosas muy distintas. Tristemente empañada por la enésima
polémica entre Populares y socialistas, en este caso a
cuenta de quién quiere apropiarse de los símbolos
institucionales, a todos nos convendría releer el texto
legal que sirvió para rebautizar el ‘Día de la Raza’. “Sin
menoscabo de la indiscutible complejidad que implica el
pasado de una nación tan diversa como la española” señala la
Exposición de motivos de la mencionada ley, “ha de
procurarse que el hecho histórico que se celebre represente
uno de los momentos más relevantes para la convivencia
política, el acervo cultural y la afirmación misma de la
identidad estatal y la singularidad nacional de ese pueblo”.
A todos la clase política, local y nacional, le convendría
incluir ese párrafo en sus lecturas de cabecera al principio
del otoño para preparar con sesera la celebración de la
Fiesta Nacional y no convertirla en el enésimo motivo de
trifulca entre partidos, contribuyendo de paso al hartazgo
más que evidente que producen ciertas discusiones en la
sociedad ceutí y, por extensión, española. Tenemos la gran
fortuna de que nuestro patrimonio nacional es variado y
diverso; de que las comunidades autónomas no son
instituciones que deban estar subordinadas por imposición a
un todo llamado Estado, pero también de que formamos parte
de un cuerpo común del que sentirnos orgullosos, como ayer
demostraron todos los que se dieron cita ante la Asamblea
para manifestar ese orgullo en positivo, sin reproches,
tensiones ni imposiciones. El único lunar lo puso la
ausencia de representantes de la Administración General del
Estado, incapaz de asumir, de acuerdo con las reglas
democráticas, que el convocado no era un acto de partido, lo
pareciera o no, sino un evento promovido por una parte de
ella misma, la Ciudad Autónoma.
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