Tengo la impresión, y puede que
por ello ustedes me tachen de optimista o depesimista, según
el punto de vista con el que se quiera ver, pero
estoyadvirtiendo signos en la ciudadanía – me refiero,
naturalmente, a los simples ciudadanos de a pie – que
revelan un cierto cansancio, una ciertairritación y hasta
una leve reacción ante las continuas, irresponsables y
claramente partidistas declaraciones de los responsables (¿o
irresponsables?) del gobierno del señor Zapatero. El tener
que escuchar un día si y el otro también como el, portavoz
socialista, señor Pepiño Blanco (Pepito Grillo), pasar por
la trituradora dialéctica cualquiera de lasdeclaraciones que
hace el señor Rajoy o cualquiera de las iniciativas delPP,
con argumentos absurdos, carentes de contenido y más propios
de de un charlatán de feria que de una personaresponsable,
encargada de ser la vozdel partido en el gobierno; no
contribuye en absoluto a que la gente se sienta identificada
con tal conducta cuando, y esto todo el mundo lo sabe, se
sabe que desde el inicio de esta legislatura toda la acción
del Gobierno se ha centrado en arrinconar al primer y más
numeroso partido de la oposición con el ánimo de buscar su
desaparición.
Cuando nos encontramos ante un personaje de cabeza
cilíndrica como es el señor Camacho, secretario de Estado de
Seguridad, que no dispone de otro argumento para justificar
el atentado de ETA con la bomba lapa que achacar a Aznar los
262 muertos del 11 M; debemos pensar que dentro de su
cilindro vital, donde debería funcionar un cerebro normal,
lo único que se cobija es un conglomerado de despecho,
mezquindad e ignorancia de cuáles han sido las causas que
han llevado a ETA a volver a intentar matar. Entérese de una
vez, señor Camacho: ni el PP ni el señor Aznar fueron
responsables de un acto de terrorismo; que, por cierto,
muchos todavía no tenemos claro por quien fue inducido, pero
lo que sí sabemos positivamente, para nuestra desgracia, es
quien o quienes fueron los beneficiados de dicha masacre.
Por supuesto fueron ustedes.
Pero, incluso en el hipotético caso de que pudiéramos pensar
que el señor Aznar fuera el culpable indirecto del atentado,
esto no quita que, una vez que ustedes entraron en el
Gobierno no tuvieran la obligación de continuar luchando
contra el terrorismo y no estuvieran precisados a mantener
el Pacto por las Libertades y la Ley de Partidos que les
obligaba a mantenerse unidos, PP y PSOE, para enfrentarse al
adversario común que era el terrorismo nacionalista. Nada de
esto hicieron, por el contrario, firmaron el pacto del
Tinell con los separatistas catalanes y, enconsecuencia,
apartaron al PP de la arena política para que no les hiciera
sombra. Luego negociaron con ETA; mejor dicho continuaron
negociando con la banda terrorista, cosa que ya llevaban
haciendo desde hacía dos años, traicionando a los del PP;
más tarde cedieron a las presiones nacionalistas y aprobaron
el engendro que constituye el Estatut catalán y, por si
fuera poco a punto estuvieron de entregar Navarra a los
etarras si no hubiera sido por la avidez de estos que, como
es costumbre en ellos, nunca están saciados.
Pero ahora les han pillado por los cataplines, ¡si señor, en
esta ocasión el PP o pudiéramos decir las Juventudes del PP,
se les han adelantado y les han puesto en un brete!. La cosa
empezó con la sentencia o resolución del Tribunal Supremo
que ordenó que ondeara la bandera española en todos los
edificios públicos. La primera consecuencia se produjo
cuando los nacionalistas se negaron a acatarla y ustedes se
quedaron, como vulgarmentese dice, colgados de la brocha. Si
actuaban con dureza contra los infractores se exponían a
perder el apoyo de los nacionalistas y, si no lo hacían, le
estaban suministrando pólvora a la oposición de
centro–derecha.
Como siempre, han intentado pastelear diciendo que la cosa
no tenía tanta importancia, que era cosa de pocos etc. Lo
que ocurre es que también en ayuntamientos socialistas, de
su propio partido, tampoco la han colgado.
Vino lo de la quemadura de las efigies de los reyes, y
llovió sobre mojado, porque tuvieron que volver a hacerse
los desentendidos para no molestar a sus socios
separatistas, en fin, que por mucho Pepito Grillo y por
mucho queLópez Garrido hayan querido minimizarlo y la Vice
de la Vogue lo haya pretendido ocultar, lo cierto es que
están en apuros, porque sus excusas no son creibles.
Y aquí es donde sale Rajoy e invita a los españoles a que
muestren su amor a España con algún signo que así lo de a
entender. Un mal trago para ZP y su equipo, porque están
atrapados entre nacionalismos por un lado y los defensores
de la unidad de España por el otro. Intentan decir que el PP
se quiere apropiar de los símbolos de la Nación; que todos
somos españoles aunque haya algunos que se avergüencen de
enseñar la bandera; que nadie se puede considerar más
español que los otros. Estos argumentos no tienen otro
sentido que negar la realidad porque, por desgracia, en esta
España apenas reconocible, existen muchos ciudadanos que,
impregnados del relativismo y el materialismo emanado de la
Moncloa, han dejado de sentirse españoles y han abjurado de
la bandera, de la patria y de la solidaridad para entregarse
a los nacionalismos excluyentes y al culto a una libertad
utópica y egoísta
que les hace vivir por encima de la moral, la ética y el
respeto por las ideas ajenas. Así pues, estos intentos de
justificarse de los del PSOE no son más que palabras vacuas,
excusas de mal pagador, intentos desesperados de salirse del
cepo en el que han caído y del que van a tenerlo difícil de
desprenderse. Cada bandera española que luzca mañana, 12 de
Octubre, en las calles de las ciudades españolas será un
alfilerazo contra el gobierno de ZP, un reproche contra su
política secesionista y su pasividad contra la ETA (hasta el
punto que le ha permitido rearmarse y atacar de nuevo), y
una bofetada por su traición a España y a los españoles que
están orgullosos de serlo.
Por una vez el PP ha sabido aprovecharse de la debilidad del
Ejecutivo y ponerle contra las cuerdas. No puedo negar que
me alegro de ello.
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