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OPINIÓN - VIERNES, 12 DE OCTUBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Borrón y cuenta nueva
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me desayuno con la noticia de la disolución del Partido Socialista de Ceuta, por orden rigurosa procedente de Madrid, en vista de que la gestora presidida por Enrique Moya ha estado dando barquinazos sin cesar. La resolución adoptada es grave. Pero nadie debe rasgarse las vestiduras: puesto que cuando se descubren males muy profundos hay que sajarlos pronto y radicalmente. De lo contrario, la infección seguirá haciendo de las suyas y la gangrena se presentará irremisiblemente.

Los socialistas de esta tierra perdieron el norte hace ya mucho tiempo. Y lo perdieron porque cuando la figura de Felipe González cautivaba muchos falangistas y gentes que habían pertenecido a la derecha ultramontana, decidieron afiliarse al partido, deprisa y corriendo, no sólo para lavar su imagen sino también para medrar. Así, tales personas fueron socavando los cimientos del socialismo ceutí. ¿O acaso se puede olvidar el atormentado y accidentado pasaje que se vivió en el partido cuando Francisco Fraiz estaba convencido de que él era la piedra angular del socialismo caballa? Y qué decir de quienes desde dentro del partido se le opusieron con peores modos que los suyos y convirtieron los plenos en una especie de reñidero de gallos ingleses donde el olor de la sangre causaba soponcios de señoras y caballeros.

Aquella primera escisión, con ribetes de tragicomedia, dejó tocado para siempre al partido y nos permitió descubrir a quienes nada tenían de socialista y mucho de aventureros dispuestos a llevarse la pasta gansa participando en chanchullos municipales. Ahí siguen algunos presumiendo todavía de listos y de cómo son capaces de amedrentar a los políticos gobernantes en cuanto no se doblegan a su voluntad.

Aunque sería una injusticia olvidarse de los militantes que, contra viento y marea, permanecieron fieles a sus ideas. Militantes que soportaron los años decadentes y que tuvieron un respiro con la llegada de María Antonia Palomo a la secretaría general. Sin embargo, dentro de esa minoría, tampoco han faltado las personas que, bien por torpeza o egoísmo, propiciaron que MAP se despeñase por la ladera del fracaso en las últimas elecciones autonómicas.

Enrique Moya, pieza principal en la campaña electoral, cometió errores de bulto a la hora de planificar de qué manera tenía que agrandar la imagen de la candidata socialista. Y, claro, fracasó rotundamente en su labor. Y todo porque recurrió a lo más fácil: a ponerse de acuerdo con un individuo que le vendió humo: “Si dejas la campaña de los medios en mis manos te auguro un éxito impensable”. El mismo individuo que pronosticó los dos escaños de Juan Luís Aróstegui porque éste también estaba acogido a sus tan cacareadas influencias en los medios.

De todo ello me percaté durante las entrevistas realizadas por la televisión pública a los candidatos a la presidencia. Un programa amañado en el cual los entrevistadores se reunían para ponerse de acuerdo con las preguntas que tenían que hacer. Y, desde luego, sigo sin entender por qué María Antonia Palomo aceptó la propuesta de no anunciarse en este periódico. Así les ha ido.

A partir de ahora, borrón y cuenta nueva. Y a ver si es posible que en la calle de Daoíz entre, al fin, una bocanada de aire fresco capaz de acabar con tantas mezquindades. Tarea difícil.
 

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