Asistimos con verdadera expectación a la gran maniobra de la
confusión dirigida por una de las partes interesadas y
licitadoras en el concurso público por las TDT, actualmente
en desarrollo.
Cumplir las exigencias establecidas en el pliego de
condiciones para acceder al concurso es un requisito ‘sine
cuanon’ de todas las mercantiles que desean acceder a una de
las concesiones de canal digital terrestre. Sin embargo, la
estrategia del ataque y del aviso desde las páginas de la
empresa ‘Joaquin Ferrer y Cia’ es una muestra clara de
debilidad real en su posicionamiento como licitadora por no
cumplir con algunos de los requisitos legales para superar
el llamado ‘corte’ antes de la apertura de plicas. Con
argumentos, incluso zafios, tratan de emborronar la acción
de los técnicos antes de que realmente actúen, denostando
veladamente el desarrollo del procedimiento administrativo.
En su sinfonía de la confusión introduce, a su antojo,
opiniones de políticos de la oposición que, de algún modo
caen en la tela de araña tejida expresamente para crear
dudas y más dudas sobre el procedimiento que se lleva para
otorgar las TDT. En el caso de Alí sus opiniones reales, sin
manipulación, figuran en la información con la que se abre
la página -ni más, ni menos-. Ejercer la presión desde un
medio para acogotar al poder político con el objetivo de que
se pliegue a voluntades particulares es ejercer el chantaje.
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