Usucapión. ¿Les suena el término?
Quizá debiéramos preguntárselo a la ilustrada señorita del
video de las juventudes socialistas. Me temo que no
alcanzaría a tanto. Pues miren por donde creo que este
término, tan conocido en el mundo de los letrados, puede ser
una buena contestación a aquellos que acusan a las derechas
de haberse apropiado de la bandera y los símbolos de la
nación española. Usucapión es un medio de adquirir la
propiedad de una cosa, cuando uno se beneficia de ella
durante un periodo de tiempo sin que el legítimo propietario
se oponga a ello.
A mi se me ocurre que podemos alegar usucapión ante estos
progresistas, socialista y comunistas (dejo aparte a los
separatistas, porque a estos les tiene sin cuidado con lo
que ocurra con los símbolos de la patria española) que
recriminan a la derecha el haberse apropiado de la bandera
española y de los conceptos de unidad y de España. Y
argumento mi tesis en base al descuido, desuso y abandono
que durante años han tenido, todos estos que se siente
molestos porque los use la derecha, y que ahora quieren
recuperar para usarlos, no en beneficio de la patria, no en
reclamación de las virtudes de España y de la bandera que la
representa, sino para cubrirse con ella, a modo de disfraz,
para conseguir llevar al huerto a aquellos cándidos
ciudadanos que se puedan dejar deslumbrar por tamaña
pantomima. Pero siento decirles, a quienes quieren
reclamarla, que a ellos ya no les pertenecen estos preciados
emblemas representativos de nuestra nación, por la sencilla
razón de que llevan años sin prestarles la más mínima
atención; se olvidaron de ellos desde que se estableció la
democracia en nuestro país e, incluso, desde antes de que se
produjese la transición.
Es evidente y probado que en todas las manifestaciones,
mítines y demás actos públicos de las izquierdas han ondeado
multitud de banderas, centenares o miles de pancartas, pero
nunca la bandera española o, a lo máximo, alguna llevada por
un despistado que se creía que todavía estaba Franco
presidiendo las concentraciones de la plaza de Oriente.
Cuántas banderas rojas con la hoz y el martillo; cuántas de
la República con su franja morada y cuántas señeras
catalanas con la estrella independentista o ikurriñas
vascas; pero ninguna bandera española. Todas ellas
anticonstitucionales, banderas de rechazo al régimen
democrático establecido, banderas excluidas de nuestro
sistema y representativas de opciones que no buscan más que
atentar contra el orden establecido y la Constitución
vigente.
Luego, resulta lógico que aquellos que las usaron en las
manifestaciones de apoyo a la unidad de España; en las que
se llevaron por cientos de miles o en los actos públicos en
contra del terrorismo y de repulsa contra aquellos que, a la
fuerza, están tratando de desmembrar la nación; sean los que
puedan reclamar, legítimamente, su propiedad y derecho de
uso. Los otros, los que dejaron de ejercer su derecho a
mostrarla, a convertirla en el símbolo de la hermandad entre
los pueblos de España y los que se han avergonzado de
exhibirla enhiesta y orgullosa ante el resto de la
ciudadanía; no pueden, –ahora que les conviene, presentarse
como españoles para arañar unos votos a aquellos infelices
que todavía les creen –, ejercitar un derecho del que ya han
sido privados. ¡Usucapión! Sí señores, alegamos esta acción
para reivindicar nuestro derecho inalienable, como españoles
que somos, a ostentar nuestros símbolos en cualquier parte y
ante quien sea. Los que han renegado de la patria; los que
prefieren ampararse en banderas extranjeras o en eslóganes
separatistas, que se queden con sus pendones, pero que no se
atrevan a mancillar con fines espurios los crespones de
nuestra insignia nacional.
Si los que tienen el deber y la obligación de velar por que
nuestra bandera esté instalada en los lugares de honor que
le corresponden, no cumplen con su deber, deberemos ser los
ciudadanos que amamos nuestra patria quienes reclamemos el
cumplimiento de lo dispuesto en la Constitución y
demandárselo en las urnas.
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