Las otras noches Mercedes Milá,
profesional como la copa de un pino, que se siente orgullosa
de ser española nacida en Cataluña, realizó un programa de
denuncia sobre todas esas bandas juveniles que se han
asentado en suelo español.
A nadie le cabe duda alguna de la peligrosidad de las
mismas, y de lo que se puede jugar cualquier persona si
tiene la mala suerte de tropezar con algunos de eso
elementos, que son una parte más de toda la escoria que nos
ha llegado de los países del este y de Latinoamérica.
La denuncia realizada por esta gran profesional quedará en
eso, en una simple denuncia y, con toda seguridad, no
faltarán los “buenos” de siempre que criticarán esa clase de
programas que considerarán contraria, cómo no, a un estado
de derecho y libertades. Para llorar, ante tanta estupidez,
por parte de todos esos que se las dan de “buenos”.
Naturalmente, hay que comprenderlos, si se les acaba el
chollo de esa defensa de toda esta escoria, cómo van a
seguir viviendo de la sopa boba sin dar un palo al agua.
Estos personajes, “buenos entre los buenos”, se han aplicado
aquello que dice: “Ande yo caliente, ríanse la gente”.
El programa de la Milá, me trajo a la memoria aquella
celebre reunión a la que asistí, con una parte de esos
“buenos” que tanto defienden a los niños llegados a España
para que se queden entre nosotros y donde, por supuesto, les
di la solución al problema.
Les solicité una lista de todos los componentes de los
“buenos”, prometiéndoles entregarle un niño a cada uno de
ellos y como faltarían, tal y como fuesen llegando, por
riguroso orden alfabético les iría mandado uno a cada uno de
ellos.
Los ”buenos”, amigo guarida, se cabrearon conmigo y menos
bonito me dijeron de todo. Mi error fue no comprender que
todos esos “buenos”, son como son, pero con el dinero de los
demás y sin que ellos tengan que cargar con nadie de esos
que tanto defienden. Los problemas para otros.
Desde entonces, me he prometido no dar soluciones, a los
“buenos” para evitar recordatorio hacia mis familiares más
allegado que ya no están entre nosotros.
Tomé esa decisión después de darle como última solución, que
para evitar que todos esos niños fuesen a ser maltratados,
les acompañasen a sus reactivos países y se quedasen con
ellos, para cuidarlos y darles la mejor educación posible.
Pero uno es como es, aunque se acuerden de mis antepasados
todos estos “buenos”, creo que la solución a todas esas
bandas juveniles es la expulsión a sus países de origen de
todos ellos, acompañados de sus padres.
Y los “buenos”, enseguida me preguntarán ¿qué culpa tienen
los padres?. Pues casi toda porque, entre otras cosas,
tienen que cuidar de lo que hacen sus hijos. Y si se ven
amenazados con ser expulsados del país, ya se cuidarán de
apartar a sus hijos de esas bandas juveniles. A grandes
males, grandes remedios. Los españoles de España, no tenemos
por qué soportar la escoria que nos llegan de otros países.
¿O no?
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