Cuando Luís XIV, “El rey Sol”,
dijo la frase aquella de: “L´Etat ce moi” no se podía
imaginar, ni por un solo instante, que había abierto el
camino a todos los personajillos, polítiquillos del tres al
cuarto, para que aprovechando la misma, dijesen en pueblos y
ciudades “aquí quien manda soy yo”.
Y en verdad, haciendo la frase suya, se han creído que son
los nuevos virreys de esos pueblos o ciudades, en los que
por las cosas graciosas que tiene la vida, porque la vida es
una jartá de graciosa, nacieron como pollos de granjas todos
los del pito y la gorra con mando en plaza.
Inútiles totales, analfabetos donde los haya, se van
pavoneando por las calles de esos pueblos o esas ciudades,
mientras te miran por encima del hombro, por considerarnos
al resto de los mortales de una especie inferior.
Y en verdad, las cosas claras, llevan toda la razón del
mundo, cuando remedando a Luís XIV y apropiándose de su
frase, te sueltan esos de: “aquí quien manda soy yo”. Y digo
que llevan razón porque si quieres conseguir algo tienes que
ir a ver a estos virreys, por si a bien lo tienen le busquen
un puesto de trabajo a algunos de tus familiares.
A igual que cuando algunos más inteligentes que ellos, no
hay que hacer muchos esfuerzos para serlo, le plantan cara
ante alguna de sus muchas mamarrachadas, no cabe esperar
otras cosa de estos analfabetos, ya saben que serán
condenados a todas las penas del infierno perdiendo, por
supuesto, el puesto de trabajo del que gozaban y para el que
estaban perfectamente cualificados.
Un puesto de trabajo al que se había entregado en cuerpo y
alma, defendiendo los caminos impuestos por su partido
durante los mejores años de su vida. La culpa de perder ese
puesto de trabajo, no la tiene más que él y sólo el, que
sabiendo como se las gastas el analfabeto de turno, con
gorra y pito de manda se atrevió, ¡Oh Dios de los cielos!, a
discutirle una de sus muchas majaderías, creyendo que, de
esa forma, evitaría que hiciera el ridículo una vez más.
¡Que error, que gran error, que diría De la Cierva!.
¿Pero cómo se te ocurre tratar de evitar que haga, de nuevo,
el mayor de los ridículos?. No me digas qué, conociendo como
conoces el paño y como se las gastas el inútil de la gorra y
el pito con mando, no sabías cual sería el final y donde
ibas a terminar sin que, por supuesto, nadie levantara la
mano para defenderte. No te defienden, sabiendo lo que vales
y los que has dado de ti mismo, porque son demasiado
cobardes para hacerlo y, sobre todo, porque temen perder el
puesto que tienen.
No te voy a pedir que me cuentes nada, porque tu hombría de
bien sé que no te lo va a permitir. Y mira, amigo mío, que
podrías contar cosas y mas cosas sobre el personajillo,
polítiquillo de medio pelo que ha hecho realidad la frase
del rey francés, con el consentimiento de todos aquellos de
muy superior cultura y preparación, que prefieren irse al
ostracismo, manteniendo la boca cerrada, antes de decir toda
la verdad de lo que está pasando. Una verdad que mantiene
viva la frase de Luís XIV en manos de todos esos inútiles de
gorra y pito con mando.
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