Es curioso como, cuando las cosas
se ponen mal, cuando soplan vientos adversos y se ven
aparecer, en la lejanía, las peludas orejas del lobo; todos
aquellos que no tuvieron cuidado en medir las consecuencias
de sus acciones, que actuaron movidos por sus propios deseos
y buscando imponer sus propias teorías, sin valorar
convenientemente cuáles pudieran ser los resultados; se ven
obligados a recoger velas. Sin embargo, cuando veo a la
señora Vicepresidenta hablar de “que no le temblará al
Ejecutivo la mano cuando se trate de mantener el mandato
constitucional” no puedo menos de acordarme del parkingson
que ha venido afectando al Gobierno durante lo que llevamos
de legislatura. No sólo les ha temblado la mano, sino que
han padecido un mal de San Vito entregados a la peligrosa
tarea de negociar con los etarras una posible “paz” en la
que nadie creía más que ellos. Han llegado hasta el punto de
presionar a la Justicia por medio del señor fiscal General
para interrumpir procesos contra etarras; impedir
detenciones y hasta permitir ser chantajeados por un asesino
que lleva sobre sus espaldas veinticinco asesinatos de
personas inocentes. Todo por el pánico a que les fallara la
jugada. Y falló.
Si esto no es temblar, señora Fernández de la Vega, no sé
como se pueden definir este tipo de actuaciones en las que
se saltaron las leyes y, por si fuera poco, mantuvieron
alejado del tema y completamente desinformado al principal
partido de la oposición. Han temblado, con tiritona de agua
helada, tan pronto como han visto a los nacionalistas
catalanes en pie de guerra a consecuencia del apagón de
Barcelona; han temblado cuando el Estatut ha sido recurrido
por el PP y han tenido que soportar los reproches que se les
han hecho desde los partidos separatista y han temblado, en
fin, hasta parecer un flan en un tiovivo cuando han visto en
peligro sus votos en Catalunya. sobre la que, por cierto, se
han volcado hasta que han desbordado las faltriqueras de los
más optimistas del Tripartit con la friolera de 30.000
millones de euros, reforzados por un aumento de las
inversiones en el Aeropuerto del Prat con lo que ya superan
los 5.000 millones.
Claro que, cuando se trata de ponerles las peras a cuarto a
los separatistas que queman imágenes de los reyes o pararle
los pies al señor Ibarretche, para que deje de hacer
majaderías o, sin ir más lejos, ocuparse de que la enseña
nacional luzca en los lugares de honor que la Constitución
tiene previstos para ella; entonces parece que toda la
energía se les va por el fondillo de los calzoncillos o de
los culotes, en el caso de las féminas.
Claro que disponen de un remedio útil para todo: echarle las
culpas al PP. Vuelve el sempiterno 11 de marzo del 2004 y la
guerra de Irak y no se extrañen si, en alguna ocasión, sacan
a relucir a los Reyes Católicos.
Sin embargo, se me ocurre objetar que, no son los de la
extrema derecha los que se manifiestan en Catalunya, con las
banderas republicanas y las señeras con la estrella
independentista; ni tampoco los que acuden a las
manifestaciones de los “progres” socialistas, en las que
aparecen muchas banderas rojas con hoz y el martillo,
banderas republicanas y, alguna bandera anarquista; ni mucho
menos en las algaradas del País Vasco, donde los jovenzuelos
de la Kale Borroca prefieren quemar autobuses, incendiar
cajeros y quemar algunas banderas españolas, sin que los
gudaris de la policía, los Ertzaintzas, se molesten en
apartarse para hacer ver que no se han enterado de nada.
Pero es que las elecciones están a la vuelta de la esquina y
los del PSOE no pierden comba en su tarea de destruir al
adversario por todos los medios y, de paso, esconder sus
propias vergüenzas que, para ello, ya tienen a sujetos sin
escrúpulos como López Garrido y Pepiño Blanco, verdaderos
expertos en la mentira, la calumnia y la difamación, que
para eso están esos “pringaos” y para embolsarse un jugoso
estipendio.
|