Estoy con unos pelos que no me gustaría que nadie me viera.
Las noticias sobre actos fuera de lugar no paran de llegarme
al correo electrónico; a más, la agencia de noticias me
nutre de tal manera que puedo perder algún tornillo si me
dedico a analizar todas y cada una de esas noticias.
Algunas de esas noticias resultan escalofriantes; como esa
de la matanza de niños y mujeres por parte de la aviación
norteamericana en el poblado de Al Jizani cercano a Bagdad.
La masacre se ha saldado con 25 personas muertas y 40
heridas. Mal asunto presenta la acción estadounidense de
cara a la opinión mundial.
Mientras los americanos se dedican a cazar iraquíes como
conejos, con sus mortíferas y sofisticadas armas, desde el
aire; en Catalunya la cosa de la quema de retratos del Rey
sube de tono y llega a plantear serias dudas sobre la
seriedad de la política que se lleva a cabo. Para empezar,
un grupo de jóvenes volvieron a quemar en Barcelona fotos
del Rey en un acto de apoyo a los acusados por la Audiencia
sin que la policía interviniera. Todo lo contrario que la
primera quema de fotos. A continuación, resulta que ahora el
Ayuntamiento de Berga (Berguedà) ha retirado el retrato de
Juan Carlos I que presidía el salón de plenos y lo ha
relegado al almacén municipal, cumpliendo la decisión de
retirarlo que se aprobó en el pleno del mes pasado. Menos
mal que ese mismo consistorio rechazó una moción de Unidad
Popular (UP) en la que se pedía retirar los símbolos
religiosos en todos los espacios públicos municipales. Así,
la imagen de Cristo y la Virgen de Queralt (famosas
reliquias para el turismo religioso-cultural) seguirán en su
sitio. El retrato del Rey fue sustituido por el escudo de la
ciudad.
Después de Berga viene otro municipio: Molins de Rei (Baix
Llobregat). El ayuntamiento de ésta ciudad acaba de aprobar
una moción en la que se solidariza con los nueve jóvenes
imputados en la quema de fotografías de los Reyes del pasado
septiembre en Girona, con los votos de UP, ERC y CiU
mientras los socialistas se han abstenido y el único
representante del PP abandonaba la sala antes del debate de
la propuesta. Si tenemos en cuenta que el mismo día en que
se quemaron los retratos en Girona, un centenar de personas
lo hicieron en Molins de Rei además de reclamar libertad de
expresión… si bien hasta el momento, la policía no ha
detenido a ninguno de ellos, todo lo contrario de lo que
sucedió en Girona… ¿Dónde está el fallo?
Por si acaso, le diré a mi mujer y demás familiares que no
hagan nada con el “Hola”, “Diez minutos” ni otras revistas
del corazón. No sea que por utilizar las hojas, en que
vengan retratos de los Reyes, para envolver bocadillos o
para uso sanitario, conlleve penas de cárcel por afrentas
reales. No me imagino lo que pasaría si alguien se limpia
salva sea la parte con una de esas páginas a todo color.
Cambiando de tercio, como ya sabrán Vds., yo vivía en Mataró
(Barcelona) hasta el pasado mes de julio en que decidí
retornar a mi ciudad natal, recién prejubilado. Pues, cerca
de la capital del Maresme está Premiá de Mar, bello pueblo
costero en el que tengo muchos amigos y donde paso muchas
horas de ocio con su playa y su pesca. Este pueblo tiene una
riera que, cuando llueve, conduce las aguas en forma de
torrente hacía el mar a través de canales recientemente
construidos. En algún punto de esa riera existe un espacio,
pegado a la carretera local, que tiene un desnivel de cuatro
metros bien visible hasta que se hace de noche. Pues bien,
un mallorquín, que pasaba con su coche por el lugar, sintió
que el vehículo renqueaba malamente. Paró justo al lado del
terraplén sin verlo. Llamó al servicio de asistencia en
carretera, de esos de 24 horas, para que vinieran a buscarlo
o repararlo, cosa improbable, esto último, porque eran las 2
de la madrugada. Mientras esperaba la llegada de la ayuda,
sacó a su perro del coche para dar unas vueltas y que el can
hiciera sus necesidades. Tuvo la mala fortuna de encaminar
sus pasos precisamente hacía el terraplén y en un plis-plas
fue de cabeza al fondo de la riera tras un vuelo de cuatro
metros. Aparte de la mala fortuna que tuvo, también era el
no va más de la mala suerte: la riera estaba más seca que el
Sáhara y el redoble de tambor, que hizo su cráneo al rebotar
por partida doble con las piedras del fondo, acompañó a su
alma a la última morada. Moraleja: los accidentes de tráfico
son peligrosos para la vida humana, aunque no se encuentre
uno conduciendo el vehículo.
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