El lunes pasado, es decir, el
primer día de este mes, un medio local nos obsequió con una
fotografía que no tenía desperdicios. El fotógrafo, que es
de calidad, supo captar una escena que se produjo en el
palco de autoridades del Alfonso Murube, durante el
encuentro entre ceutíes y linarenses. Eso sí, con todos mis
respetos para el redactor gráfico, la fotografía no puede
ser catalogada de instantánea, porque me juego el cuello a
que el retratista estaba ya avisado para plasmar lo que le
interesaba al presidente de la Federación de Fútbol de
Ceuta: que se le viera contándole a Juan Vivas
historias para no dormir y dándose aires de Henry
Kissinger.
Parece que estoy viendo la labor del tal presidente de la
cosa un día antes en el periódico: “Mira, directora, por qué
no le dices al fotógrafo que esté atento a mí en el palco
del Murube. Y cuando yo tenga a Juan Vivas caído de boca por
lo que le estoy refiriendo..., él va y ¡zas!: dispara y nos
inmortaliza de modo que la gente crea que el presidente de
la Ciudad me come en la mano”.
Dicho y hecho, Emilio, responde la directora. Y el
lunes, Dios mediante, vas a salir en recuadro privilegiado
del diario, dando la imagen de ser una persona telenda y
circunspecta, cuya ayuda al presidente de la Ciudad nunca
será bien estimada. Y, encima, yo me encargo de ponerle el
pie a la imagen.
La imagen salió como un tiro por la culata. Y a punto estuvo
de darle al presidente en todo el rostro si no hubiera sido
porque por allí estaba también Pedro Gordillo revisando unos
papeles que podrían ser los correspondientes a las
alineaciones de los equipos. Y, dado que el vicepresidente
de la Ciudad y hombre todopoderoso, tampoco anda mal de
tirón popular, desvió sin querer la atención de un objetivo
que podía haberle hecho más daño a Vivas que descubrirle en
su gobierno, verbigracia, seis casos de corrupción en el
intervalo de un año.
Ese lunes, recién llegado al despacho, me imagino al
presidente de la Ciudad repasando los periódicos para, entre
otras cosas, recrearse en el triunfo de la Asociación
Deportiva y Ceuta, con gran contento. Y de pronto va y se
topa con una fotografía hecha a propósito para que su
acompañante evidenciara que se ha convertido en la mano
derecha de quien ha conseguido ganarse el respeto de
innumerables ciudadanos.
El presidente de la Ciudad, que sabe más que los ratones
coloraos del Loco de la Colina, no me extraña que dijera por
lo bajinis lo que es incapaz, por su forma de ser, de decir
en público. Sin embargo, de haber sido alcalde Francisco
Fraiz, pongo por caso, habría montado en cólera y no
hace falta contarles a ustedes los muchos gritos que se
habrían oído en su despacho.
La fotografía, con pie en el cual se resaltaba la presencia
de tres presidentes; o sea, el de la Ciudad, el del PP y el
de la Federación de Fútbol, pretendía ser una alegoría de
los hombres que tienen más poder en Ceuta. Un cuadro
destinado a impresionar a los ceutíes; sin el permiso de
Gordillo ni de Vivas.
Ya que ambos no necesitan, de momento, hacer demostraciones
de fuerza a fin de ocultar las cuentas que están bajo sus
dominios. Toda una metedura de pata de los hacedores de una
fotografía tan innecesaria como imprudente. Ahora bien, al
presidente de la Federación de Fútbol de Ceuta le habrá
venido la foto como anillo al dedo para lucirla en la gala
del fútbol extremeño. Así es él.
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