Empieza a ser, no ya novedad, sino
moda en los últimos tiempos el quemar objetos, el que sea,
de índole indistinta.
En nuestro país se practica, en determinados sectores de
población, la quema de banderas, de fotografías, de
autobuses, de contenedores, de cajeros automáticos, como
deporte entre los intolerantes.
Se ha puesto de moda la intolerancia, y más aún, se lleva en
los medios de comunicación ofrecer sus espacios en amplitud
para dar la resonancia debida a quienes practican el deporte
de la intolerancia como deporte, o el del vandalismo como
concreción más ajustada a la actividad practicada.
Recientemente hemos contemplado la quema de una fotografía
de los reyes de España, también se nos ha enseñado el modo
en como se retiran banderas y de qué modo se atenta contra
la Constitución española sin que parezca producir sonrojo
entre quienes tienen el mandato de hacerla cumplir después
de haberlo jurado o prometido.
Ayer mismo frente a la UNED unos cuantos vándalos quemaron
tres contenedores. Una buena forma de llamar la atención y
una estupenda manera de hacer saber que en Ceuta también
viven energúmenos selváticos no adaptados a la sociedad,
mostrando al tiempo una impresionante falta de valores
cívicos, educacionales y de comportamiento basado en el
respeto que este tipo de elementos se pasan a diario por el
forro de sus pantalones.
Pero poco ha de decírsele a estos pirómanos aventureros del
mal. Éstos queman contenedores o coches [según el grado de
aburrimiento], pero otros queman banderas o fotografías y no
pasa nada. Incluso otros queman estatutos y algunos otros
participan de la quema de éstos aún cuando se vistieron de
gala el día en que prometieron o juraron los cargos
representativos que hoy ostentan, basados precisamente en el
Reglamento de una Asamblea salida de esos estatutos
chamuscados públicamente.
En definitiva, la quema de objetos se ha convertido en un
deporte muy practicado en el mundo, también en nuestro país
y últimamente en Ceuta se queman coches, contenedores y
ahora también como novedad en tales prácticas se propone la
quema de documentos que representan el interés de alguno por
participar en la vida institucional o de los que ya
disfrutan de esa participación.
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