“De esta te acordarás”, dijo ella antes de salir por la
puerta del apartamento de su pareja. Con esta frase
lapidaria una joven dijo adiós a una historia de un mes que
vivió en Torremolinos hace cuatro años. Los dos eran de
Ceuta, pero el corto idilio lo vivieron en la península.
Francisco [nombre ficticio porque prefiere no ser
reconocido] asegura que nunca se fió de ella porque tenía un
carácter “excesivamente voluble y nervioso”. No la volvió a
ver hasta tiempo después cuando acaba de empezar a salir con
una joven sudamericana. Había cortado el contacto porque
“nunca” quiso una relación seria hasta que conoció a su
nueva novia. Esta vez se encontraron en Benalmádena, donde,
como de costumbre, se dedicaba a pinchar música en
discotecas. Se vieron de noche, hubo mucho alcohol, aunque
“no bebo nunca”, esa vez perdió la cuenta.
A la mañana siguiente, una camisa manchada con vómito y un
terrible dolor de cabeza fue el resultado de las últimas
horas que iba a pasar con ella. Se marchó. Transcurrieron
ocho meses hasta que volvió a saber de la joven. “Estoy en
el hospital, embarazada de ti y voy a dar a luz”. A
Francisco se le encogió el corazón. “No podía ser verdad”,
él continuaba con su novia, “sólo había sido un affaire,
pero no recordaba sexo, no lo puedo prometer, pero estoy
casi seguro de que no nos acostamos”. La versión de ella,
obviamente, no coincidía con la de él. Había traido un niño
al mundo y, supuestamente, era suyo.
El le pidió silencio y que guardara el secreto hasta que se
hiciera la prueba de ADN. “No”, dijo ella. “No te dejaré que
te hagas las pruebas, no lo permitiré”. Se dio entonces
cuenta de que las cosas no iban a ser tan fáciles. Por eso,
decidió volver a a Ceuta con su actual pareja y ya entonces
esposa porque tenía que enfocar la situación. Ella también
regresó a la ciudad casi al tiempo y “me dijo que o veía al
niño o se enteraría mi novia y toda mi familia”. Intentó
convencerla en vano. Se atrevió a contárselo a su mujer y
decidió perdonarle, pero quería las pruebas de ADN. A partir
de ahí, hace tres años, empezó una película de muy larga
duración que acabó hace muy poco.
A pesar de sus peticiones, ella rechazó todo intento de
demostrar si era o no padre de la criatura y presentó al
bebe a la familia de Francisco. Comenzó una compleja
historia de “mensajes al móvil, amenazas telefónicas,
desavenencias familiares porque la apoyaron a ella y no a
mi, cotilleos en Ceuta, críticas de la gente hacia mi
persona; un hablar por hablar que nos hizo muchísimo daño”,
recuerda hoy día.
Entre medias, “un montón de cosas más que prefiero no
recordar porque no es productivo. Al fin y al cabo lo que
más daño me hizo fue el rechazo de mi familia que optó por
defenderla, eso fue lo peor”, lamenta Francisco. Los tres
años de silencio familiar pasaron, tuvo un niño con su
mujer, hasta que hace unos meses recibió un carta por la que
su ex pareja le llevaba a juicio para que le diese la
manutención al niño que decía que era suyo. Sólo les quedaba
enfrentarse al caso. Sin apenas dinero en los bolsillos,
contrataron a “una de las mejores abogadas de Ceuta” fue su
baza.
Tras la exposición de pruebas por ambas partes, el juez
dictó que Francisco se tenía que hacer las pruebas. “Ella se
puso super nerviosa”, asegura él. La particularidad del caso
provocó que “todos los juzgados“ estuvieran pendientes de su
historia. “Todo el mundo estaba convencido de que era mio,
incluso el juez”. Tanto así que su mujer y él tuvieron que
acudir al psicólogo por orden judicial para comprobar “que
eramos adecuados para cuidar a mi supuesto hijo”. Tras las
reuniones, “le dijo a mi mujer que le fuera explicando que
tenía un hermano”. Por eso dice que el trato en los juzgados
ha sido “una de las cosas que más me han impresionado. No vi
en ningún momento que me considerasen inocente. La actitud
crítica y el descrédito hacia mi persona me han hecho
llevarme una imagen negativa del mundo judicial”, argumenta.
Francisco se hizo las pruebas el pasado junio y hace dos
semanas salió el resultado: Incompatibilidad genética. Osea,
negativo. Ahora toca reconstruir los cimientos familiares
que se habían deshecho y reforzar su matrimonio. “En todo
este tiempo, he visto mucha maldad, pero ahora sólo quiero
dejarlo atrás, estoy seguro de que ahora soy más fuerte”.
Fortalecido de una historia que le ha generado insomnio
crónico, concluye que “siempre supo que no era su padre”.
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