Los informes internacionales sobre Educación –el último de
la OCDE es la evidencia más reciente- ofrecen con machacona
insistencia unos datos nada reconfortantes sobre el fracaso
y abandono escolar prematuro en España. Y Andalucía, con el
37%, es la Comunidad que sale peor parada en estos índices.
Quizás por esta
razón, y ante la dificultad de cumplir los objetivos que
Europa marca para 2010, el Presidente de Andalucía, ha
lanzado una idea original para acabar con el fracaso: a
partir del curso 2008-09, los alumnos andaluces que acaben
la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), tendrán un
estímulo económico para continuar los estudios de
Bachillerato. No hay que olvidar que, en el mejor de los
casos, tres de cada diez alumnos abandonan sin terminar los
estudios de Bachillerato o FP. Sorprende en medios
educativos que el Presidente andaluz recurra a estas ayudas
-6000 euros, a razón de 600 euros por mes durante diez
meses- para tapar el desastre del fracaso escolar andaluz,
el más alto de España, justificándolo porque el "mercado
laboral andaluz ofrece mayores oportunidades de empleo a
chicos y chicas de entre 16 y 24 años". Por otra parte, se
preguntan también cómo es posible que la comunidad que más
ha tardado en hacer gratuita la Educación Infantil ofrezca
ahora una medida de esta naturaleza.
Como si se tratara
de un auténtico gallinero, las voces "justificativas" de la
desconcertante propuesta del Presidente, cercanas a su
gobierno, no se ponen de acuerdo. Así, por ejemplo, el
Secretario de Organización del PSOE, negaba lo dicho por el
Sr. Presidente: "El fracaso escolar no es el objetivo de la
ayuda, sino que se dirige a los buenos estudiantes cuyas
rentas familiares sean más bajas. Es por lo tanto, una
medida de corte social". El consejero de Economía aseguraba:
"esta propuesta no es ninguna novedad, ya que de siempre han
existido lo que se ha dado a llamar las becas-salario". Y,
por último, la Consejera de Educación: "esta medida
contribuirá a que las familias con necesidades, en las que
los hijos dejan los estudios para comenzar a trabajar y
echar una mano en la casa, puedan permitirse que los jóvenes
continúen con sus estudios"…
Conviene recordar
que los altos porcentajes de abandono, que nuevamente sitúan
a España en el furgón de cola de los países de la OCDE, y
que tradicionalmente alcanzan en Andalucía las mayores cotas
nacionales, han sido el pretexto aducido por la Ministra de
Educación para incorporar al decreto de Bachillerato el
número cuatro como el límite de asignaturas para pasar de
curso sin tener que repetir las aprobadas. La idea, según el
Gobierno Central, es estimular a los estudiantes de
Bachillerato para que no abandonen, y se puedan aproximar
las estadísticas a la convergencia europea.
En el informe
redactado por el mismo Ministerio, comparando los tantos por
ciento de repetidores en las Comunidades autónomas,
incluidas las dos ciudades autónomas, Ceuta y Melilla, se
observa que una vez más Andalucía ocupa el último lugar
(19º), con un 23,94% del total de alumnos repetidores. Por
encima, inmediatamente antes, se encuentra Baleares (18º),
con 16,74% -siete puntos por debajo de Andalucía, en
resultados desastrosos-. En el puesto 13º se encuentra
nuestra ciudad con 15,46% y Melilla en el puesto 6º con
11,32%. Lidera la clasificación el País Vasco, con 8,89%.
Sin entrar en otro
tipo de justificaciones, que indudablemente pueden existir,
bajo mi modesta opinión, la medida, lejos de incentivar el
estudio, va en contra de la calidad de la enseñanza y anula
el esfuerzo y el mérito. Es, pues, un error grave, ya que no
contentos con permitir que los alumnos pasen al siguiente
curso con asignaturas pendientes, además, ahora, les otorgan
un "cheque regalo", por lo que supone pagar un premio por el
fracaso escolar. Además, parece claro que la motivación al
estudio, forma parte de un proceso de maduración y educación
personal que arranca desde su incorporación a la Educación
Infantil con efectos acumulativos. ¿Se puede considerar la
propuesta del Presidente andaluz como un PER para
estudiantes?
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