Hace diez años, el dialecto del árabe que hablan los
marroquíes del norte y el 40% de musulmanes de Ceuta, era
una completo desconocido más allá del Estrecho. Y no sólo
eso, también era un habla foráneo para el 60% restante de
habitantes de la ciudad autónoma. Era como un vecino, el que
ofrecía cuatro conceptos justos, del que se sabía poco.
Hasta que un día, la funcionalidad que ofrecía el dariya
generó, “a finales de los años 90”, un cambio en las
necesidades de los residentes ceutíes. La gente empezó a
requerir la variante dialectal “para trabajar, para
comunicarse, para entender el idioma cuando viajaba al reino
Alauí”. Y así se ha demostrado en el quinto curso de dariya
de la Casa de la Juventud en el que Suad Maimon ha
introducido a 28 jóvenes de 19 a 30 años en un mundo “que no
les podía ser ajeno”.
Maimon, maestra y y estudiosa de árabe, ha visto un interés
creciente en la ciudad entre la población no musulmana. “En
muchos casos, era gente de fuera que venía aquí a trabajar”,
precisa. Como responsable del taller, que dura un mes, y que
se organiza desde hace cinco años, asegura que la oferta de
este dialecto ha crecido en el último tiempo. Y no sólo a
nivel de alumnado.
“Ha tenido un auge impresionante; la Universidad de Cádiz,
la de Granada, la de Toledo o la de Almería han exportado a
nivel mundial información sobre el dariya”. El crecimiento
ha sido tal que Maimon ha viajado hasta la Universidad de
Zulia, en Maracaibo (Venezuela). “Allí todo el mundo me
preguntaba sobre nuestra ciudad”, apunta.
El matiz que aporta para definir la importancia de este
habla es que “se trata de una lengua dialectal que es la
madre de cualquier arabófono clásico porque primero se
aprende lo más funcional de un idioma”, explica.
De vuelta al marco local, insiste en que “el cambio ha sido
radical” en cuanto al interés de la gente. “Hay que tener en
cuenta que la lengua es la que expresa nuestros propios
prejuicios para bien y para mal, y ahora la sociedda ceutí
lo está demandando muchísimo”. Como un mes no da para mucho,
el enfoque de la materia es meramente oral mediante
dinámicas de grupo. Aunque reconoce que mucha gente es de
fuera, también ha tenido alumnos de aquí. “Personas que
tienen el dariya interiorizado, en ‘stand by’, y que buscan
darle una función práctica”. Las equivocaciones idiomáticas
son recursos. “Intentando decir ‘Salam Aleikun’, los alumnos
pueden derivar en ‘caracol’ o ‘sueño’. Es un juego, fuera el
ridículo”, concluye.
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