Desde mi modesta columna quisiera
felicitar al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Ceuta por
haber incluido en el Orden del Día, un minuto de silencio en
memoria de la ceutí Mari Carmen Cerdeira, en el primer Pleno
celebrado tras el fallecimiento de esta.
Aunque, la relevancia de esta insigne mujer cuyos méritos
son conocidos por todos los ciudadanos de Ceuta debería
suponer un reconocimiento de mayor trascendencia que
reconociera, en su justa medida, el excelente trabajo
desarrollado a lo largo de su intensa vida donde, entre
otras labores, fue elegida por sus conciudadanos senadora en
la III y IV Legislaturas, única Ceutí designada para ocupar
el sillón de la Plaza de los Reyes y en 1999, fue elegida
Diputada al Parlamento Europeo siendo miembro de la Comisión
de Libertades, Justicia y Asuntos de Interior.
Argumentos que, junto a su implicación en la vida socio
política de nuestra Ciudad le hace merecedora, según mi
humilde criterio y a pesar de nuestras diferencias
ideológicas, de algunas de las distinciones recogidas en el
Reglamento para la Concesión de Distinciones Honoríficas de
la Ciudad de Ceuta como el Título de Hija Predilecta o la
Medalla de la Ciudad a título póstumo.
Evidentemente, es fácil solicitar esta distinción por parte
de una persona que tuvo el gran placer de compartir algunos
momentos junto a ella y en particular, junto a Paco e
Izaskun aunque, también esto me legitima para solicitar del
estamento correspondiente un justo reconocimiento.
No tengo la menor duda de que esta petición seguramente esta
en la agenda del Presidente de la Ciudad así como, de sus
colaboradores inmediatos que estarán estudiando las
diferentes fórmulas existentes al objeto de realizar el
mejor reconocimiento posible aunque, también estoy
completamente seguro de que, jamás Mari Carmen pensó al
comprometerse con los ceutíes en este tipo de
reconocimientos póstumos.
No obstante, espero y deseo que la figura de quien ha
trabajado duramente por su pueblo pueda disfrutar de un
digno reconocimiento al igual que el recibido en vida cuando
fue designada en 2003, Premio María de Eza.
En definitiva, pienso sinceramente que es obligación de
todos los ceutíes, sin excepción alguna, reconocer el
compromiso de esta mujer que dedicó su vida a trabajar por
sus convecinos llevando con orgullo el nombre de Ceuta en
todos sus destinos.
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