Poco a poco se va perdiendo y es
una auténtica pena que espectáculos de este tipo apenas
puedan sobrevivir en nuestros días, además de que en muchas
ocasiones ha dejado de gustar incluso a los niños.
La televisión de hoy ha cambiado, para mal, la mayor parte
de las buenas costumbres, de mayores, y la casi totalidad de
gustos de los chiquillos.
En estos momentos, las “maquinitas” esas que tanto daño
están haciendo y los programas de la televisión en los que
predomina la sangre y las luchas, han hecho que cualquier
chiquillo trate de jugar, pero con algo que no le divierte,
sino que le obsesiona.
El circo divertía y divierte, aunque ya queda poco. Todavía
recuerdo cuando, una vez al año, aparecía por mi pueblo
alguno de esos circos que iban de feria en feria. Ese día ya
era día de fiesta para todos, e incluso aquellos
espectáculos que no eran brillantes, siempre aportaban algo
positivo.
Hace pocos días vi el anuncio del Circo Sensaciones, que se
ha instalado en Ceuta y va a estar aquí algo más de una
semana.
“Buena cosa es esta” dije para mí, “cuando menos habrá unos
cuantos chavales que se desengancharán, durante dos hora de
los dibujos animados de la televisión”, y seguía yo pensando
que “también dejarán de ver, al menos un día, algún otro
programa en el que aparece la violencia”. Era lo que pensaba
y es lo que sigo pensando ahora mismo.
Las referencias que tengo de este circo son buenas, más
bien, muy buenas y alguien que ha asistido me ha comentado
que tiene mucha calidad y que es un espectáculo recomendado
no sólo para chiquillos, sino también para personas de más
años.
Además en este circo aparece una atracción que es exclusiva
suya, la actuación de cocodrilos en libertad, pues todos
aquellos amantes de los animales van a tener, a muy pocos
metros de ellos, una especie difícil de ver en muchas
partes, y casi imposible de tenerlo al alcance de la mano.
Al circo, como a los espectáculos cómicos en los toros, era
costumbre que fueran los abuelos con los nietos, el día que
correspondía eso en la feria.
El abuelo ponía la disculpa de que así se divertía el nieto,
pero a lo largo de la función las primeras carcajadas no
aparecían en los pequeños, sino en aquellos que les habían
llevado.
Por eso, no es extraño, al ver el reportaje de ayer en El
Pueblo de Ceuta, observar en la gradas a muchos niños, pero
también a muchos de sus acompañantes pasándolo muy bien, y
que no han ido sólo como obligación para acompañar al
pequeño, sino como un capricho también, para ver algo que, a
diario, no ven en televisión.
Si en muchas ocasiones hemos criticado los programas de la
televisión, también debemos valorar lo que en la década de
los años 70 hizo por este espectáculo, con aquella familia
de verdaderos artistas que nos presentaban el: Había una vez
un circo.
Los Gaby, Fofó, Miliki y toda la saga de la familia Aragón
se ganaron muy merecidamente el respeto de dos generaciones
a las que divirtieron y entretuvieron con un espectáculo
sano, nada hortera y que mantuvo tardes enteras a toda la
chiquillería delante del televisor, disfrutando, y no viendo
espectáculos macabros.
Aquello desapareció, la saga fue reduciéndose y pasando a
otras cosas, cuando desaparecieron los mayores. ¡¡Qué
pena!!.
|