Y no lo digo por las temperaturas
veraniegas, malamente atemperadas por algún conato de Gota
Fría, lo que conlleva “la riá” el chucho de la vecina que se
ahoga, las aguas anegando los bajos que se embarran y el
gentío echando pestes contra la Confederación Hidrográfica
del Sur o directamente contra el Alcalde de turno. Es
curioso, otoñea, se abren los cielos, cae la de Dios es
Cristo y se les echan las culpas a los mandamases, como si
ellos tuvieran la llave de la espita celestial y fueran
capaces de moderar tempestades. Pues no lo son. No de
atemperar tormentas, ni tan siquiera de tener el
alcantarillado en condiciones, para que no salen las tapas
ni rebose la inmundicia. ¿Qué murmuran? ¿Qué saben que estoy
asociando mentalmente el tema de la inmundicia con los
conatos independentistas del orejón Ibarreche? Pues la
verdad es que estoy hablando de mierda en ambos casos, pero
yo paso tres pueblos y varias Autonomías de los pretendidos
referendums de un grupo de payasetes. ¿Qué si paso porque
soy la genuina Maestra Liendre que de ná sabe y de tó
entiende? Por supuesto. Sé y entiendo de la Constitución y
le tengo mucha fe y estoy muy enamorada de nuestro Ejército
Español, que es el encargado y responsable de velar por la
integridad de España.
En este Otoño caliente, de buenas temperaturas donde, a
veces, a la hora de romper el ayuno apetece “ponerse una
manguita” y en el que me estoy poniendo ciega de sopa de
jarera, plato cotidiano de mi infancia moruna, porque mi
mucama decía que tenía mucho alimento y muy añorado en esta
celtiberia de mis entretelas, aunque me resarzo en el mes
Sagrado por mor de mis amistades que me invitan… Prosigo, en
este octubre que se anuncia cálido y húmedo… ¿Qué si la
jarera gozosamente sorbida no hace peligrar mi talla 36? No.
Porque la tomo con una pastilla de quemacalorías, con
fasolina y citrus, con fucus, spirulina y todo aquello que
la medicina natural ha colocado en los estantes de las
boticas para que, las cincuentonas-adolescentes- recicladas,
sigamos luciendo body en la 36 y no me busquen porque me
encuentran y si me encuentran y me retan, bajo a la 34. Eso
sí, 49 kilogramos de “Dinamita Kung –Fu” como el descansado
Bruce Lee y dispuesta a emplearme de cantinera cuando, los
Caballeros Legionarios, que comparten cojones con los
Regulares, se paseen por la calle principal de Bilbao, al
son de la chirimía y con el carnerillo portando airosamente
la uniforme del Tercio.
Aunque, como mi especialidad es la política ficción, yo
propondría una movida anterior, e incluso sustitutoria,
consistente en enviar a todos los Jueces Instructores
ceutíes, a todos los fiscales y a los máquinas de la
Audiencia Provincial, para el norte y ponerles allí en plan
revolvedor a montar Malayas por doquier, porque material no
les va a faltar con la política que han llevado los reptiles
peneuvistas, de estómagos agradecidos y subvenciones
fantasmagóricas. ¡No ven la que podían liar! Eso sí, con el
apoyo logístico de udyquillos y picoletos y un contingente
de la ciudadanía ceutí que, con ánimo festivo y en
agradables autobuses pullman, se dedicara a colocar por el
art 33, las banderas hasta en el ayuntamiento del Barrio de
los Cuernos. ¿Qué cual es el art. 33 que resulta tan
socorrido y demoledor? ¡Ignorantes! Ahí está, incluso en
Internet y dice la norma jurídica “En huevos y testiculina,
los caballas son canela fina” y el Anexo de la norma
contempla lo siguiente “En redaños y cojones, los caballas
campeones”. ¿Qué quieren que les diga? Prefiero, en los
otoños calientes, las leyes claras y evitar las lagunas
jurídicas, vayan a aparecer el jueztorres o el monstruo del
lago Ness, la líen mordiéndole el trasero a una farmacéutica
de Cuenca en plena práctica de natación estilo mariposa y
espanten al turismo. ¿Otoño caliente? ¡Ya será menos!.
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