Un día, de hace escaso tiempo,
llegó a la antesala del despacho del presidente, Juan Vivas,
alguien que se considera poderoso hasta límites
insospechados. Con el firme propósito de que Vivas dejara lo
que estuviese haciendo para recibirle a él. Y dice el
contador de la anécdota, a quien no hay por qué negarle
crédito, que al visitante le dijeron que nones. Vamos, que
estaba obligado a cumplir los trámites previstos para que el
presidente de la Ciudad le concediera la entrevista.
Hecho que, al parecer, le sentó como un balonazo, con
esférico antiguo, en las partes pudendas, a quien hasta
ahora ha venido ejerciendo la tiranía escrita a su antojo.
Y, claro, ante tamaña y democrática respuesta, nunca
esperada por el exigente baranda, hay que creer lo que dicen
al respecto: que enfiló la puerta del Ayuntamiento echando
espumarajos por la boca y acordándose de todos los parientes
de Juan Vivas.
A partir de ahí, con la soberbia alocada y bisbiseando
maldades, el Señor de los Anillos llegó a su oficina
enfurecido. Reunió a sus dos o tres chiquilicuatres y les
ordenó perseguir con saña a la persona que no tenía ninguna
culpa del revés sufrido por él.
La persona, en cuestión, se llama Francisco Sánchez Paris.
Quien, desde ese momento, viene soportando en su trasero
todas las patadas que el Sauron local no se atreve a darle
al presidente de la Ciudad por retambufa. Lo cual puede
calificarse de cobardía. Algo nada extraño en quien
acostumbra a actuar con la oscuridad de siempre.
Eso sí, en cuanto el Señor de los Anillos ceutí lo crea
conveniente para sus intereses periodísticos, allá que
correrá raudo a comunicarle a Juan Vivas que toda la trama
montada contra su jefe de gabinete y amigo, Sánchez Paris,
salió de la mente calenturienta de sus chirlachis más
cercanos. Y, sobre todo, de un afiliado del Partido Popular
que tiene unas ganas locas de obtener un cargo a su vera, a
la vera del presidente, tan bien pagado como lucido.
No hace falta decir que Emilio Cózar está lampando
porque Vivas se acuerde de lo suyo. Y anda haciendo méritos,
o sea, dándoselas de hombre duro y capaz de cambiar el sino
de la vida local, con una pluma que está pidiendo a gritos
entrar en el taller de reparaciones a fin de que le quiten
la costra de despropósitos gramaticales con que nos aflige a
todos los que amamos la lectura.
Urge, por encima de todo, que los mecánicos de la lengua
trabajen de lo lindo en el dequeísmo; ese de que mal usado
con el cual nos destroza los ojos y nos hiere los tímpanos.
Que ya habrá tiempo de recordarle que la asamblea del Tryp
fue una pantomima. Una farsa. Cuya validez trataré de poner
en duda. Aunque tampoco hace la menor falta: ya que a pesar
de tan insustancial representación, seguiremos pidiéndole, a
Emilio Cózar, que tenga lo que hay que tener; es decir, el
valor suficiente para airear que está dispuesto a permitir
la entrada de contables imparciales en la sede de la
Federación de Fútbol de Ceuta.
En cuanto a Juan Vivas, presidente de la Ciudad que ha hecho
balance de sus primeros cien días en el poder tras las
elecciones del pasado 27 de marzo, habrá que recordarle que
no está bien que se juegue al abejorro, por sistema, con la
cara de su jefe de gabinete. Por ello, otro día le explicaré
algo acerca de lo que hace la rana cuando se encuentra ante
un cambio de temperatura. Aunque éste proceda del Señor de
los Anillos ceutí.
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