Aunque nadie está exento de sufrir
percances ajenos a su mérito o demérito en sus quehaceres,
el éxito del I Encuentro de espiritualidades, ética y lucha
por la justicia global se veía venir. Así suele ocurrir
cuando las cosas se hacen con interés, tiempo, organización
y esmero, cualidades todas ellas de las que pueden presumir
los promotores del evento en cuestión, que ayer consiguió
llenar el Auditorio del Instituto Siete Colinas y que hoy
concluirá con la intervención de dos verdaderas lumbreras:
el Premio Nobel Alternativo de la Paz de 2006, el brasileño
Francisco ‘Chico’ Whitaker, y el ex ministro de Educación de
Mali Diadie Yacouba. El encuentro en cuestión no debe
valorarse sólo en términos de asistencia, aunque también en
ese sentido se distinguió ampliamente: es muy raro, y más si
se trata de permanecer todo un fin de semana dentro de una
sala escuchando conferencias, reunir en Ceuta a casi 400
personas, el 75% venidas desde la península sin ningún tipo
de bonificación extra como las que perciben otros
colectivos.
La experiencia demuestra, por tanto, que no sólo es posible
traer a Ceuta primeras figuras de sus ámbitos respectivos a
nivel nacional e internacional sin invertir un potosí en el
empeño. Y evidencia también que el Estrecho, con todos los
reparos que obviamente añade a quienes se plantean viajar
aquí, no es un impedimento insalvable para que el resto de
los españoles visiten la ciudad cuando se les ofrece algo
realmente interesante para hacerlo.
Por todo ello y por la calidad del producto final, un
espacio de reflexión verdaderamente lúcido, debe elogiarse
el esfuerzo realizado por entidades como la Fundación Premio
Convivencia o el Centro Asociado de la UNED en Ceuta para
contribuir a la organización y realización del Encuentro.
Igualmente, es plausible el interés de la Ciudad por acoger
experiencias similares de una forma permanente o al menos
más continuada, propósito en el que debe perseverar hasta
conseguirlo en beneficio de todos.
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