La madrugada del 29 de septiembre de 2005 será recordada por
todos los que participaron, de un modo u otro, como una de
las más dramáticas de la reciente historia ceutí. Guardia
Civil y Policía Local [la Policía Nacional participó pero
contaba con pocos efectivos], se las vieron y desearon para
contener una ingente masa de subsaharianos que, escaleras
artesanas en mano, acudieron en masa a traspasar el vallado
del perímetro ceutí.
La Gendarmería marroquí no pudo contener el asalto pese a
que, en un momento dado, dispararon a dar. Cinco
subsaharianos muertos fue el balance de las decenas de
disparos de cetme que se oyeron en aquella larga madrugada.
Tres de ellos ‘cayeron’ de lado marroquí, dos lo hicieron en
el lado español [uno de ellos quedó atrapado en lo alto del
vallado].
Fue la crónica de un suceso anunciado. Desde mayo de 2005,
pequeños grupos de subsaharianos optaban por el salto a la
valla como método de entrada en Melilla y, de hecho, en los
ocho primeros meses de ese año lo intentaron casi 11.000
inmigrantes.
La avalancha más numerosa de aquel verano se produjo el 29
de agosto, con el intento de entrada de 3.000 personas, de
las que 70 lograron su objetivo y una de ellas murió en el
intento. A partir de entonces, los saltos masivos se
convirtieron en noticia diaria de una ciudad cuyo Centro de
Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), con capacidad para
480 personas, tuvo que acomodar tiendas de campaña para los
inmigrantes que entraban a centenares. Eso sucedía en
Melilla por aquel entonces la ‘mejor ruta’ de entrada al
‘sueño europeo’.
Marruecos en aquélla época no impedía que ni Ceuta, ni
Melilla se encontraran ‘sitiadas’ por subsaharianos en los
bosques marroquíes adyacentes a sus respectivos perímetros.
No se sabe bien cómo, pero el gran pistoletazo de salida de
dio en Melilla el 27 de septiembre de 2005 [un nuevo intento
más en la vecina ciudad]. Allí se sufrió el caos en primer
lugar y recordó lo sucedido un mes antes.
Sólo dos días más tarde, los inmigrantes ocultos en los
bosques de Beliones decidían [tras un enfrentamiento con la
policía marroquí] saltar la valla. La situación de Ceuta era
bien distinta a la de Melilla: no había precedentes de
sucesos similares hasta la fatídica madrugada del 29 de
septiembre de 2005. Más de 500 inmigrantes subsaharianos se
ayudaron con escaleras para entrar en España con el intento
de saltar el doble vallado que les separaba.
Esta avalancha provocó cinco muertos y más de un centenar de
heridos, entre ellos tres graves al sufrir distintas
fracturas cuando cayeron del doble . Pese a que, entre
Guardia Civil y Policía Local se contuvo a unos 300, no
lograron impedir que algo más de 200 lograsen entrar [más de
un centenar lo lograron porque tuvieron que ser trasladados
a los centros de urgencias por diferentes heridas], los
demás fueron apareciendo por los montes ceutíes, ya en
España. Todo ello provocó un desbordamiento del CETI, porque
214 inmigrantes consiguieron acceder. El gobierno reaccionó,
tarde, pero reaccionó. En aquellos momentos, Zapatero se
encontraba en Sevilla en el transcurso de la Reunión de Alto
Nivel con Marruecos. Aquella RAN en la que el presidente del
gobierno bebió agua en lugar de responder, ante el primer
ministro marroquí, a la pregunta sobre la españolidad de
Ceuta y Melilla.
En cualquier caso, Marruecos recibió –tras los asaltos- la
ayuda económica proveniente no sólo de España, sino de la
Unión Europea.
Desde entonces, la inmigración ha estado controlada en
Marruecos, lo que trajo como consecuencia el que las mafias
cambiaran la ruta hacia Europa. El Atlántico, los cayucos y
las Canarias como objetivo han condimentado, desde entonces,
los informativos nacionales e internacionales.
¿La sirga?
El gobierno anunció medidas extraordinarias y proyectó la
famosa sirga tridimensional como la panacea para evitar
daños a los inmigrantes. Dos años después, la sirga ni se ha
instalado en el perímetro ceutí, ni tiene visos de
construirse. Marruecos no parecía aceptar su instalación
aunque planteó la alternativa de realizar zanjas profundas
en el lado marroquí que sirviera para, si no impedir, si
evitar el salto masivo en el futuro atendiendo a la mayor
facilidad de reacción que se procuraba con estos gigantescos
surcos, más parecidos a trincheras que a otra cosa. Tras los
sucesos, la vicepresidenta del Gobierno visitó Ceuta,
también lo hizo poco después el líder de la oposición, y
algo más tarde, el presidente del Gobierno. El trabajo de
los servicios de información, el CNI y el necesario
compromiso de Marruecos ante España y Europa más motivado
ahora por la cuantía económica percibida, han impedido que
estos sucesos volviesen a repetirse
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