Prosaicas obligaciones impidieron
mi asistencia ayer tarde, en la sede ceutí de la UNED, a la
conferencia del profesor Waleed Saleh Alkhalifa, docente en
la Universidad Autónoma de Madrid, lo cual no es óbice para
glosar en estas líneas algunos de sus posibles ejes
discursivos derivados de la atenta lectura de su última
publicación, que inspira precisamente el titular de esta
columna: “El ala radical del Islam. El Islam político:
realidad y ficción” (Madrid, marzo de 2007). A través de
cinco grandes apartados más un glosario y bibliografía, el
doctor Saleh nos acerca al fundamentalismo religioso
presente en el Islam abordando dos niveles: por un lado
rastrea el soporte ideológico de pensadores musulmanes
contemporáneos en autores del medievo, tarea altamente
ejemplificadora; por otro (la parte más polémica), analiza
las causas que sustentan, “en nombre del Islam”, los
actuales planteamientos del islamismo radical. Sin duda la
nueva obra del doctor Saleh arroja luz, sobre todo en sus
dos primeros capítulos, sobre un radicalismo islamista
primigenio (me atrevería a decir incluso que ya latente en
la vida y obra del “Sello de la Profecía”, como recuerda con
énfasis y brillantez el mismo Sayyid Qutb) en la obra de
reputados autores clásicos como Ibn Hanbal (780-855) o
Mohamed b. `Abd al-Wahab, (1701-1799), enlazados por Ibn
Taymiyya (muerto hacia el 1328 de la EC). Tiempos aquellos
en los que, por cierto y creo debe señalarse, ni existían el
Estado de Israel o la invasión de Irak…, por lo que con este
diacronismo se desmontan las tesis que avalan dicha
casuística como base ideológica de la remontada del
islamismo extremista, en sus versiones “política” y “yihadista”,
pese a ciertas interpretaciones del citado autor en las que
aparentemente priman, más que una desapasionada y fría
analítica académica, el poso inherente -hasta cierto punto
lógico, por otro lado- de sus triples raíces religiosas
(musulmán), étnicas (árabe) y nacionalistas (irakí).
Pese a ello, el autor plantea en su obra una constatación
empírica y una oportuna reflexión: en la pág, 108 advierte
como “La frustración experimentada por los países árabes e
islámicos al ver el camino del desarrollo económico y social
incumplido con el nasserismo, el socialismo o el baazismo,
ha arrojado a los pueblos al seno de la religión, pensando
que sería la solución óptima para su situación”; advirtiendo
en la pág. 175: “Es necesario elaborar una nueva cultura
religiosa que trace los límites de los preceptos religiosos,
aclarando cuando una norma es válida para todos los tiempos
y cuando tiene simplemente un valor histórico. Una cultura
que no vierta loas sobre la muerte y provoque odio hacia la
vida. Se debe señalar si todo lo que aparece en el Corán es
operativo para nuestro tiempo o si existen conceptos que son
anacrónicos y desfasados”. Esta última es a mi juicio,
insisto, una de las cuestiones capitales hoy día y la que,
con coraje, debería empezar a plantear la comunidad islámica
aprovechando foros independientes y de reconocido prestigio
como puede ser la UNED y no echando balones fuera con,
intuyo, lo de siempre: una interesada y enfermiza
culpabilización exógena dirigida contra Occidente.
En cualquier caso siento no haber podido acercarme aunque
solo fuere para felicitar al Dr. Saleh por su obra y
saludarle cordialmente. Otra vez será. Inch´Allah.
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