Tras cargar durante años con la acusación de estar empeñado
en la promoción de obras y proyectos faraónicos, el
presidente de la Ciudad, Juan Vivas, dijo ayer adiós al
maximalismo, si es que alguna vez formó parte de su guión de
acción política. “Vamos a abandonar la idea maximalista”,
adelantó literalmente Vivas, quien se mostró partidario de
apostar por proyectos “viables” y por medidas “concretas”
con la cohesión social como eje “esencial, prioritario e
irrenunciable” del trabajo de su Ejecutivo para la
legislatura en curso. Toda la comparecencia del presidente
de la Ciudad de ayer para hacer balance de sus primeros 100
días en el poder tras recibir la renovada confianza de los
ceutíes el pasado 27 de mayo fue, en realidad, un ejercicio
de minimalismo. Todo excepto el escenario de la misma, que
se trasladó de la sobria Sala de Prensa del Palacio
autonómico al Salón del Trono, con todo su boato y con dos
lugartenientes de lujo a ambos lados del presidente: su
segundo de a bordo, Pedro Gordillo, y su portavoz habitual,
Yolanda Bel, que ayer no abrieron la boca.
Durante los veinte minutos largos que duró su enumeración de
los logros conseguidos y proyectados para el futuro Vivas se
mantuvo fiel a una línea argumental fija ligada íntimamente
a la “eficacia”. Si una de las discusiones activas en el
panorama político es la que opone las consideraciones
ideológicas de los problemas sociales a la necesidad de
enfrentarlos en términos de gestión, el presidente ceutí se
alineó sin reparos con esta última teoría política.
Así, sin recurrir a diatribas teóricas, Vivas planteó su
receta para alcanzar esa “cohesión social”: programas de
acción transversales que abarquen a la mayoría de las áreas
de su Gobierno (citó expresamente a las de Vivienda, Empleo,
Educación, Sanidad, Menores, Juventud y Deporte) con la
obligación de que estén “coordinadas” en aras a mejorar su
“eficacia”.
Además, frente a las críticas de la oposición de izquierdas,
el presidente tiró de números para demostrar que lo suyo no
es, en efecto, una mera declaraciones de intenciones. Según
Vivas, cuando llegó al Gobierno el gasto corriente de la
Ciudad en Servicios Sociales era el 20% del total de la
Administración autonómica. Actualmente, según sus cálculos,
asciende al 40%, crecimiento que a su juicio es aún más
relevante si se tiene en cuenta, como recordó, que la
Asamblea carece de competencias en muchos ámbitos de este
espacio de gestión que sí tiene en otros “también muy
importantes” como Gobernación o Medio Ambiente...
“Los ceutíes tienen derecho a requerir de la Ciudad lo mismo
que demandan el resto de los españoles a sus respectivas
administraciones”, destacó Vivas, quien se comprometió a no
escatimar esfuerzos para lograr este propósito en lo que a
prestaciones de “servicios básicos, medioambientalees y
comunitarios” se refiere hasta estar “en cabeza” en la
calidad de los mismos a nivel nacional.
En manos del Estado dejó, a cambio, el mayor peso de la
responsabilidad para atajar los grandes problemas de la
ciudad: la vivienda y el empleo, los dos únicos campos en
los que reconoció desear un mejor balance del que ayer
expuso. Claro que solucionar esos dos problemas sí exige
medidas maximalistas que, amparándose en los condicionantes
que objetivamente lastran el desarrollo económico de la
ciudad remiten su solución al Gobierno central.
“El papel para contrarrestar lo tiene el Estado, pero no lo
decimos para escurrir el bulto: estamos comprometidos hasta
el límite de nuestras posibilidades”, concluyó sin decir
diciendo... Que no son suficientes.
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