Es incuestionable que Ceuta ha experimentado una notable
transformación en los últimos años, mejorando sus
dotaciones, infraestructuras y equipamientos. A su ya
legendaria belleza natural, se ha sumado una belleza
material que sorprende a cuantos la visitan, resistiendo con
éxito cualquier comparación con ciudades de nuestro entorno
y características.
En este sentido, la política del Gobierno de Ceuta acerca de
ir poco a poco, pero con paso decidido, recuperando
rincones, barriadas, edificios, jardines, al tiempo que se
han ido creando nuevos espacios para los servicios y para la
convivencia, más ciudad en definitiva, ha dado sus frutos y
de justicia es reconocerlo.
Pero la construcción de una ciudad con vocación de futuro,
no pasa únicamente por sus calles, plazas y distritos, sino
por la consolidación en ella de proyectos que nacen de sus
ciudadanos, con la clara vocación de, ganándose la vida en
su tierra, contribuir a su desarrollo, generar riqueza y
empleo y, por tanto, hacer también ciudad.
La llegada a Ceuta de inversiones exteriores generadoras de
empleo y actividad económica, supone una importante nota de
confianza en nuestras posibilidades y un espaldarazo que hay
que saber aprovechar, pero no debemos descuidar ni un
instante nuestro pequeño y, a veces, desorientado tejido
productivo, mayormente dedicado al comercio y a los
servicios, que lucha por seguir existiendo y compitiendo con
las dificultades que, para quien es pequeño, suponen la
extrapeninsularidad y, por tanto, la muy menor audiencia de
consumidores.
Para combatir el desánimo, las dificultades y fomentar la
imaginación, la tenacidad y, por tanto, la posibilidad de
sostener pequeños proyectos de muchos ceutíes, son
necesarias tres cosas: Generar confianza, orientar y ayudar
directamente. Tres cosas estas en las que el Gobierno de la
Ciudad se debe implicar sin reservas.
¿Cómo se genera confianza?. Esta no es sólo una cuestión
sentimental, sino más bien práctica, basada en una mutua
interrelación de lealtad entre quien gobierna y quien es
gobernado. No son suficientes las frases que apelan a la
“confianza”, entendida esta con carácter general y
conceptual, sino que quien mira al Gobierno, debe estar
seguro de que no se va a sentir defraudado por éste cuando
decida dar un paso hacia delante, en esa siempre arriesgada
apuesta por construir algo perdurable y, naturalmente,
rentable; porque no se ayuda sólo dando ánimos.
La orientación es extraordinariamente importante en nuestros
tiempos, de tal modo que sin una especialización en este
campo, las posibilidades de éxito se ven muy mermadas. El
Gobierno Autónomo tiene órganos especializados en este campo
y debe, por tanto, aprovecharlos al máximo poniéndolos de
modo claro e intachable al servicio del desarrollo de
nuestro tejido empresarial.
Y llegando al punto culminante, la ayuda directa o la bien
llamada subvención, debe ser la concreción de una política
bien dirigida, objetiva e irreprochable.
Llegados a este punto, se trata ya, de repartir recursos
económicos, fondos públicos, cualquiera que sea su
procedencia.
En este sentido, todos los recursos puestos a disposición
del objetivo que nos ocupa., siempre serán pocos, por ello
su aplicación resulta o debe resultar extremadamente pulcra.
Para empezar es preciso resaltar, que el Gobierno de la
Ciudad recibe en estos momentos menores aportaciones
procedentes de la Unión Europea, que en años anteriores,
para dedicarlas a fomentar el desarrollo empresarial,
debiendo en consecuencia poner más recursos propios al
servicio de este estratégico objetivo. La cuestión es
comprobar si el Gobierno de Ceuta “se moja lo suficiente”,
aunque ya hemos comentado que, hasta todo, sería
insuficiente; pero insistimos: ¿Se moja lo suficiente?.
¿Podrían dedicarse para el desarrollo productivo más
recursos, naturalmente en detrimento de otros gastos?. El
Presidente Vivas sabe que aunque los recursos son escasos
son también susceptibles de usos alternativos y los
presupuestos generales de la Ciudad, son la expresión de
aquello que se pretende, más allá de las frases o de los
discursos.
En cuanto a la aplicación práctica, es decir, quien los
recibe, de estos fondos, de estas ayudas, es bien cierto que
existe una reglamentación que regula la misma, pero no es
menos cierto que en muchos círculos empresariales se
comenta, seguramente sin razón y sólo por criticar, que
quien no tiene padrino no se bautiza. Y es cierto que en
cualquier acto de esta vida, existe un grado de subjetividad
imposible de eludir, pero en relación con lo que nos ocupa,
sería tranquilizador que ese grado fuese casi inexistente,
porque en ello se juega el Gobierno Local parte de esa
confianza que desea transmitir.
No parece difícil en cualquier caso y menos, si tenemos en
cuenta que la Administración tiene medios de control,
impedir que ni siquiera por casualidad, se pueda beneficiar
de ayudas públicas, quien sólo pretende especular con ellas
o quien tenga buenos contactos, perdiendo a cambio el
impulso, otros proyectos con vocación de estabilidad.
Todo lo dicho, en cualquier caso, son sólo reflexiones.
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