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OPINIÓN - VIERNES, 28 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

El Gobierno y las ayudas

Por Ramón Ros


Es incuestionable que Ceuta ha experimentado una notable transformación en los últimos años, mejorando sus dotaciones, infraestructuras y equipamientos. A su ya legendaria belleza natural, se ha sumado una belleza material que sorprende a cuantos la visitan, resistiendo con éxito cualquier comparación con ciudades de nuestro entorno y características.

En este sentido, la política del Gobierno de Ceuta acerca de ir poco a poco, pero con paso decidido, recuperando rincones, barriadas, edificios, jardines, al tiempo que se han ido creando nuevos espacios para los servicios y para la convivencia, más ciudad en definitiva, ha dado sus frutos y de justicia es reconocerlo.

Pero la construcción de una ciudad con vocación de futuro, no pasa únicamente por sus calles, plazas y distritos, sino por la consolidación en ella de proyectos que nacen de sus ciudadanos, con la clara vocación de, ganándose la vida en su tierra, contribuir a su desarrollo, generar riqueza y empleo y, por tanto, hacer también ciudad.

La llegada a Ceuta de inversiones exteriores generadoras de empleo y actividad económica, supone una importante nota de confianza en nuestras posibilidades y un espaldarazo que hay que saber aprovechar, pero no debemos descuidar ni un instante nuestro pequeño y, a veces, desorientado tejido productivo, mayormente dedicado al comercio y a los servicios, que lucha por seguir existiendo y compitiendo con las dificultades que, para quien es pequeño, suponen la extrapeninsularidad y, por tanto, la muy menor audiencia de consumidores.

Para combatir el desánimo, las dificultades y fomentar la imaginación, la tenacidad y, por tanto, la posibilidad de sostener pequeños proyectos de muchos ceutíes, son necesarias tres cosas: Generar confianza, orientar y ayudar directamente. Tres cosas estas en las que el Gobierno de la Ciudad se debe implicar sin reservas.

¿Cómo se genera confianza?. Esta no es sólo una cuestión sentimental, sino más bien práctica, basada en una mutua interrelación de lealtad entre quien gobierna y quien es gobernado. No son suficientes las frases que apelan a la “confianza”, entendida esta con carácter general y conceptual, sino que quien mira al Gobierno, debe estar seguro de que no se va a sentir defraudado por éste cuando decida dar un paso hacia delante, en esa siempre arriesgada apuesta por construir algo perdurable y, naturalmente, rentable; porque no se ayuda sólo dando ánimos.

La orientación es extraordinariamente importante en nuestros tiempos, de tal modo que sin una especialización en este campo, las posibilidades de éxito se ven muy mermadas. El Gobierno Autónomo tiene órganos especializados en este campo y debe, por tanto, aprovecharlos al máximo poniéndolos de modo claro e intachable al servicio del desarrollo de nuestro tejido empresarial.

Y llegando al punto culminante, la ayuda directa o la bien llamada subvención, debe ser la concreción de una política bien dirigida, objetiva e irreprochable.

Llegados a este punto, se trata ya, de repartir recursos económicos, fondos públicos, cualquiera que sea su procedencia.

En este sentido, todos los recursos puestos a disposición del objetivo que nos ocupa., siempre serán pocos, por ello su aplicación resulta o debe resultar extremadamente pulcra.

Para empezar es preciso resaltar, que el Gobierno de la Ciudad recibe en estos momentos menores aportaciones procedentes de la Unión Europea, que en años anteriores, para dedicarlas a fomentar el desarrollo empresarial, debiendo en consecuencia poner más recursos propios al servicio de este estratégico objetivo. La cuestión es comprobar si el Gobierno de Ceuta “se moja lo suficiente”, aunque ya hemos comentado que, hasta todo, sería insuficiente; pero insistimos: ¿Se moja lo suficiente?. ¿Podrían dedicarse para el desarrollo productivo más recursos, naturalmente en detrimento de otros gastos?. El Presidente Vivas sabe que aunque los recursos son escasos son también susceptibles de usos alternativos y los presupuestos generales de la Ciudad, son la expresión de aquello que se pretende, más allá de las frases o de los discursos.

En cuanto a la aplicación práctica, es decir, quien los recibe, de estos fondos, de estas ayudas, es bien cierto que existe una reglamentación que regula la misma, pero no es menos cierto que en muchos círculos empresariales se comenta, seguramente sin razón y sólo por criticar, que quien no tiene padrino no se bautiza. Y es cierto que en cualquier acto de esta vida, existe un grado de subjetividad imposible de eludir, pero en relación con lo que nos ocupa, sería tranquilizador que ese grado fuese casi inexistente, porque en ello se juega el Gobierno Local parte de esa confianza que desea transmitir.

No parece difícil en cualquier caso y menos, si tenemos en cuenta que la Administración tiene medios de control, impedir que ni siquiera por casualidad, se pueda beneficiar de ayudas públicas, quien sólo pretende especular con ellas o quien tenga buenos contactos, perdiendo a cambio el impulso, otros proyectos con vocación de estabilidad.

Todo lo dicho, en cualquier caso, son sólo reflexiones.
 

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