El aumento en los precios del
crudo (que podría, bajo ciertas variables, “dispararse” en
cualquier momento) y la especulación inherente al sistema
capitalista alzando artificialmente los precios del mercado
mundial de trigo, han traído consigo en Marruecos un repunte
general de la inflación (2,1% a finales de agosto) con una
subida en el precio de los artículos de primera necesidad
como “el pan nuestro de cada día” (la clásica “baguette” ha
pasado de 1,2 a 1,5 dirhams, “Lo nunca visto en Marruecos,
un aumento de más del 30%” escribe “Le Journal”), que está
apretando la ya de por sí complicada vida diaria de amplias
capas de la población y que se perfila como el primer
problema a resolver por el nuevo Gobierno marroquí
encabezado por Abbas El Fassi, de cuya resolución podría
depender no ya la imagen sino la estabilidad misma del
“almacenamiento”. Además la subida de la cesta de la compra
ha coincidido con otros dos importantes gastos familiares:
la “rentrée” escolar y el sagrado mes de Ramadán. Un
auténtico “cóctel Molotov”, esperemos que virtual, contra la
estabilidad de nuestro vecino país del sur. Como medida de
choque y ante el perceptible peligro de un estallido social,
tras la violencia del pasado domingo en Sefrú las
autoridades decidieron hacer retroceder el precio de los
productos básicos a los índices previos de Ramadán,
invirtiendo en la operación según el diario oficialista “Le
Matin” sobre 300 millones de dirhams (cerca de 27,3 millones
de euros).
Curiosamente hay disparidades regionales, pues si comparamos
la inflación en las once principales ciudades del Reino
siguiendo al solvente “L’ Economiste” en su edición del
martes 25 nos encontramos sensibles oscilaciones: en el
norte, el aumento más significativo está en Tetuán (2,5%),
seguido de Oujda (2,3%) y Tánger (1,7%); el 3% alcanza
Marrakech y El Aaiún (en las llamadas Provincias del Sur),
superando la barrera Mekinés (3,1%) y Fez (3,3%); en la
capital, Rabat, el índice es de un 2,5% bajando en Kenitra a
un 2%, siendo los más bajos los de Añadir (1,6%) y
Casablanca (1,5%).
La respuesta social, unida al desencanto postelectoral
palpable estadísticamente, no ha hecho más que empezar: la
manifestación contra la carestía de la vida organizada el
pasado domingo 23 en Sefrú (localidad cercana a Fez) por la
“Asociación Marroquí de Derechos Humanos” (AMDH) y a la que
asistieron unas 3000 personas, degeneró en una auténtica
batalla callejera (destrozos de al menos una sucursal
bancaria y edificios oficiales, lanzamiento de piedras y
otros objetos, quema de automóviles y continuas cargas
oficiales…) con el resultado final de centenares de heridos
y decenas de detenidos, entre ellos varios dirigentes de la
asociación aun cuando la AMDH deploró los incidentes. Para
este viernes 28 diferentes asociaciones y partidos políticos
han convocado concentraciones por todo Marruecos. En los
ánimos aun están presentes los luctuosos sucesos de la
“revuelta del pan” en Casablanca de 1981, saldada con el
ametrallamiento sin piedad de la población civil y más de
600 muertos.
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