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OPINIÓN - VIERNES, 28 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Me recuerdan al GIL
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hay personas que nada más verlas me hacen recordar, inmediatamente, la llegada del GIL a la ciudad y la trama que montó para dejarla maltrecha en todos los aspectos. Fue una etapa en la que Ceuta, debido a sus representantes locales, estaba en una situación poco airosa. Y a los problemas eternos, o sea, los de su desconocimiento y la falta de consideración que se le tiene, en bastantes ocasiones, se le sumaron los que acarreaban las huestes de Jesús Gil, acaudilladas por un hombre de paja, llamado Antonio Sampietro.

Verdad es que la invasión de todos aquellos aventureros de la política, procedentes de la ya entonces desventurada y desprestigiada Marbella, se produjo gracias a la ayuda de personajes ceutíes que estaban lampando por medrar en la vida pública. Aun a costa de permitir que se instalara aquí lo más parecido a un patio de Monipodio. Tales personajes, casi todos, eran, para más inri, nacidos esta tierra.

En ocasiones, cuando me topo de frente con el andar cansino de Manolo de la Rubia, verbigracia, dejando ver una expresión de melancolía por no disfrutar ya de una situación poderosa alcanzada como gilista, siento unos deseos irrefrenables de compadecerme de él. Y hasta me dan ganas de pedirle a mis lectores que se unan a mis súplicas a fin de que el Señor le conforte de su irreparable pérdida.

Mas pronto se me viene a la memoria lo mucho que sufrieron, en su día, Mohamed Chaib y Mustafa Mizzian, por defender a ultranza, las posiciones del Partido Popular. Y, claro, se me enfrían mis ánimos solidarios. Aunque Manolo de la Rubia nunca estará huérfano de aliento mientras que viva su amigo del alma.

Sí, hombre, el que tanto alardeaba de visitar el despacho de De la Rubia; de quien decía que era la cabeza mejor amueblada del gobierno del GIL. Habrá que preguntarle a Emilio Cózar, presidente de la Federación de Fútbol de Ceuta, si él ya estaba afiliado al PP y si fue su amigo el que le colocó a su pariente en sitio de poco trabajo y mucho dinero o tuvo que ver algo la intervención decisiva, de Mohamed Chaib.

Válgame, pues, tan largo introito, como soporte para referirme, ahora, a Francisco Márquez, responsable del área de Vivienda de los populares. Y que otrora fue un firme valladar del GIL. Un gerifalte en un partido en el cual le permitieron hacer lo que, por lo visto, más le gusta: participar en la política activa y echarse a la espalda funciones importantes.

En principio, les diré que yo no conozco a este consejero de nada. Ni jamás hablé con él. He oído, eso sí, que es persona muy preparada y válida. Y uno, por supuesto, no tiene por qué no creerlo. No obstante, me choca que Francisco Márquez, en declaraciones a este periódico, se ufane de pertenecer al PP: “Es un orgullo pertenecer a un partido que siempre cuenta con Ceuta para todo”.

Y me choca, sin duda, no porque yo ponga en duda los sentimientos declarados por el consejero de la Vivienda, ni tampoco que el PP tenga en todo momento a Ceuta en sus pensamientos, sino porque esas palabras las repitió, muchas veces, cuando proclamaba que el GIL era el partido que Ceuta necesitaba para salir de su atraso. Debido al olvido al que la tenían sometida los dos partidos principales. He aquí otra persona que me recuerda al GIL.
 

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