Bien, señores, aquí tenemos el
ejemplo de lo que nos espera a corto plazo a los que vivimos
en Catalunya y a lo que les espera, a medio plazo, al resto
de ciudadanos que viven en el resto de España. El señor
Vendrell (ERC) ya nos ha anticipado la visión de la
situación, al decirnos que los de Terra Lliure fueron los
que despertaron la conciencia nacionalista de los catalanes
y, debo suponer, que esta conciencia suponía que, como está
ocurriendo en la actualidad, se tuvieran que perpetrar
amenazas de muerte y editar carteles macabros con
fotografías del líder de Ciutatans per Catalunya con una
bala de verdad, sin percutir, introducida en su frente y
rodeada de sangre. Amenazas de muerte a los señores
Fernández y Rivera, sin que el gobierno de la Generalitat se
haya inmutado ni haya emprendido ninguna acción legal para
detener a los culpables los que, por otra parte, no creo que
sean muy difíciles de identificar. Pero la muestra de que el
Tripartit no tiene la menor intención de actuar ha sido que
no ha habido ni una sóla nota de apoyo a los amenazados ni
la más mínima condena para los autores de tamañas
barbaridades. Pero no perdamos de vista las señales que nos
llegan del señor ZP; al parecer no ha cejado en su propósito
de negociar con los de ETA, a pesar de que estos cada vez se
lo están poniendo más difícil. En unas declaraciones
recientes ha afirmado que si gana las elecciones continuará
con su política de “pacificación” o sea de “rendición
incondicional ante los etarras”
Ejemplo de cómo están yendo las cosas los tenemos en Lizarra,
donde la alcaldesa, una moderna Agustina de Aragón, se
defiende con coraje de los continuos intentos de agredirla,
insultarla y amenazarla, por parte de unos centenares de
descerebrados que entienden, de esta manera, la democracia.
Lo mismo sucede en Lequeito y en tantas otras ciudades
vascas y navarras. Se niegan a colgar la bandera española de
los mástiles de los edificios públicos ante la indiferencia
y abulia de los fiscales (no se olviden de que su jefe es el
inefable Conde Pumpido, gran sirviente de ZP en favorecer la
negociación con ETA) que se abstienen de cumplir con su
deber de instar a los jueces para que actúen contra esta
ofensa a los españoles y desobediencia a la sentencia del
Supremo, que obliga a colocarla en aquellas dependencias.
Pero no queda aquí el desconcierto que reina entre la
ciudadanía, porque observamos como, en Gerona, se siguen
cometiendo actos vandálicos con quema de las efigies de los
Reyes y, por lo que hemos visto que sucedía con el primer
detenido ( en libertad sin fianza), nos es fácil colegir lo
que va a ocurrir con los detenidos por la policía municipal
de Figueras bajo la acusación de injurias a la corona. Son
dos sujetos pertenecientes a un grupo separatista extremista
que se denomina los “maulets”. Saldrán inmunes como el otro.
Y es que ya no se trata de ser simpatizante con la corona o
no, porque lo que se está cuestionando es la vigencia de
nuestra Constitución de 1978; se trata de destruir las
raíces del Estado español, socavar las Instituciones y
desmontar esta débil democracia que, gracias al gobierno de
ZP, ha quedado sometida a los vaivenes de los grupos
separatistas que campan por sus respetos en toda Catalunya y
el País Vasco y que, si Dios no lo remedia, se extenderán a
otras comunidades como las Baleares, Galicia y Canarias. Lo
desesperante de esta situación es que, hace tres años y
medio, cuando el PSOE llegó al poder, no había el menor
signo ni oportunidad de que se pudiera producir semejante
cambio en España. Los de ETA estaban arrinconados, acosados
y en vías de extinción; los catalanes suaves como un guante
y, tanto gallegos como baleáricos o canarios, ni soñaban en
caer bajo las garras del independentismo. Ha sido ZP quien
ha armado este zipizape entre separatistas y nacionalistas;
entre españoles de derechas y de izquierdas; entre los de un
bando u otro de la guerra civil; resucitando de los
rescoldos de aquella contienda las ascuas que pueden prender
de nuevo los odios y las venganzas entre españoles. Este
zascandil que usa la política para desmembrar la patria y
convertirla en terreno abonado para que medren todos estos
grupos extremistas, progresistas y tercermundistas –que
todavía sienten en sus entrañas el odio hacia todo lo que
sea orden, religión, moral y ética y que prefieren vivir
bajo la ley de la selva que les permita sumergirse en el
libertinaje, la ley del más fuerte, y la negación de
cualquier principio de orden y respeto por las ideas y los
derechos de los que no piensan como ellos –, lleva entre
ceja y ceja el consumar su rencor atávico contra el PP y la
derecha, destruyendo y desmigajando nuestra Nación. Ahora ha
llegado el momento de adormecer a la ciudadanía, de
embaucarla con abalorios y promesas (cuánto me recuerda a
aquellos exploradores que cambiaban oro por cuentas de
cristal y bebida, engañando a los pobres indígenas de África
o Polinesia) para comprarles el voto que les permita acabar,
de una vez, con la España democrática; para lo que, con una
legislatura más, tendrán suficiente si tenemos en cuenta lo
que han conseguido destruir durante la primera. No es a los
reyes a quienes en realidad quieren afrentar estos gamberros
terroristas ( porque esto es lo que son estos
independentistas hijos de los de Terra Lliure), sino que,
con estas acciones, están desafiando a España, amenazando a
todos los españoles por considerarlos sus enemigos a los que
hay que vencer, utilizando las armas de la rebelión, la
opresión y la imposición de sus ideas por la fuerza, No les
interesa una democracia, no les interesa debatir sus ideas
en el Parlamento y no les interesa, ni mucho menos, que se
restaure la normalidad, que regrese el PP para poner cada
cosa en su sitio y atarles cortos por el ronzal. En
definitiva, no les interesa el orden, la paz y la
convivencia. Lo que puede ocurrir es que tanto tiren de la
cuerda que, en un momento dado, se les rompa en sus propias
narices. Luego que no se quejen.
|