En su última editorial del pasado
día 20 “Le Reporter”, semanario marroquí editado en
Casablanca constata que, de pronto, “numerosos analistas se
preguntan si el futuro Parlamento y el futuro gobierno
podrían ser acreditados con una real legitimidad popular”.
Es evidente -se contesta a sí mismo- que sobre el papel y
según los criterios democráticos universalmente reconocidos,
sí. No obstante y como se desprende de los diferentes
informes de las organizaciones de observadores, no se ha
tratado de un escrutinio “limpio” pese a los esfuerzos de la
Administración. En síntesis:
El dinero se ha usado, ilícitamente, de forma masiva;
también se han explotado “las mezquitas y la plegaria del
viernes para hacer presión sobre los electores”; han sido
constatadas (sobre todo en el medio rural) “prácticas
tradicionales como la financiación de matrimonios,
circuncisiones y también enterramientos para convencer a los
electores”; se ha utilizado de forma fraudulenta medios
logísticos de la propia administración; no han sido aislados
los casos en que “bandas” organizadas han reventado actos o
ejercido amenazas: de hecho, están registradas 15 agresiones
serias a candidatos. En estas circunstancias y como advierte
con lucidez el director de “Tel Quel” (el periodista Ahmed
R. Benchemsi) en su editorial del día 22, el nombramiento de
Abbas El Fassi como Primer Ministro no ha sido precisamente
bien acogido entre la clase dirigente marroquí… que conoce
bien al antiguo ministro de Trabajo, cuya oscura y polémica
gestión del caso “Annajat” aun le persigue como una sombra y
que consideran a El Fassi notablemente inferior en dotes de
gobierno a su homólogo saliente, el tecnócrata Driss Yettú
quien, dicho sea de paso, ha cumplido dignamente su función
saliendo con la cabeza alta. Esa es al menos mi impresión:
un notable alto. Lo peor con los vientos que corren
(“enfriamiento” de la economía occidental, alza del precio
de productos básicos como el pan, desenlace -o no- del
dossier sahariano…) es, junto a la aparente incapacidad de
Abbas El Fassi y su estado de salud, la hipotética tentación
del “Partido del Istiqlal” de forzar una salida hacia
delante, radicalizando su discurso: por un lado “reislamizándolo”,
para competir en el campo religioso con el PJD (Partido de
la Justicia y el Desarrollo). Nada descabellado, pues los
“istiqlalíes” introdujeron traduciendo en su momento en
Marruecos obras clásicas de los extremistas egipcios
cercanos a los “Hermanos Musulmanes”, algunos con ideología
digamos “yihadista”, para entendernos. Por otro, fomentando
un nacionalismo agresivo y trasnochado cara a sus vecinos
Argelia… y España.
Todo ello pese a su presencia en la “Internacional Liberal”
europea avalada en su momento por el “Partido Popular” y el
propio José Mª Aznar..... Con todo para mí lo más
preocupante es que la gestión de Abbas El Fassi pueda
salpicar al propio Mohamed VI, pues como ha advertido el ya
Primer Ministro “Mi único programa es el discurso del
Trono”. Mantengo lo expuesto días atrás y añado: Abbas El
Fassi quizás sea bueno en un regate corto, pero su
nombramiento es un arma de doble filo para los intereses de
la Monarquía Alauí.
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