PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - MIÉRCOLES, 26 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / VERBA SEQUENTUR

Nos bastaría con un mini Parlamento
 


Miguel Massanet Bosh
miguelmassanet@elpueblodeceuta.com

 

Pienso que, dado el funcionamiento actual del Parlamento; teniendo en cuenta el triste papel que representan el ochenta por ciento de los diputados y el aburrimiento que se refleja en los rostros de la mayoría de ellos, condenados a sesiones maratonianas donde sólo se habla de estupideces y en las que los únicos momentos de regodeo quedan reducidos a cuando algún miembro de la oposición y un representante del partido mayoritario se enzarzan en alguna discusión en la que las buenas formas suelen brillar por su ausencia, sustituidas por los modos y expresiones barriobajeras. Dada esta premisa que, por cierto, se repite en todas las autonomías, sean históricas o recién llegadas, y considerando el exceso de cargos públicos que nutren sus economías a base de los impuestos de los sufridos ciudadanos de a pie; a mí se me ocurre que no sería una mala idea que los partidos mayoritarios llegasen a una entente, una especie de acuerdo de mínimos, por el que se decidiera suprimir una parte importante de los señores parlamentarios en aras de la economía nacional y del saneamiento de las arcas del   Estado. Veamos, si damos por supuesto que existen en el Parlamento unos 330 diputados repartidos entre los distintos partidos políticos y si, además, consideramos que, aparte de dormitar, mirarse las uñas, darse un lote de teléfono móvil y apretar el botón del voto siguiendo instrucciones de su jefe de filas, su misión es prescindible; no sería una mala decisión que se produjera una reducción radical en la que, por supuesto, las proporciones obtenidas en los comicios se respetaran, pero, en lugar de quedar materializadas en escaños se redujeran a un tanto por ciento del total representado que se asignaría a cada partido, de modo que un diez por ciento de los actuales diputados asumiera la representatividad de los 330 actuales. De esta forma nos ahorraríamos tantos sujetos inoperantes y apoltronados. El Parlamento, y lo mismo vale para el Senado, quedaría reducido a unos pocos dipitados, los imprescindibles para que funcionara con lo cual se ahorrarían muchas discusiones y sería mucho más fácil pnerse de acuerdo sobre los resultados de las votaciones. Ahora, aun que los socialistas sepan que van a votar en contra del PP, les dejan hablar hasta que se les agotan los tiempos; después agotan Pienso que, dado el funcionamiento actual del Parlamento; teniendo en cuenta el triste papel que representan el ochenta por ciento de los diputados y el aburrimiento que se refleja en los rostros de la mayoría de ellos, condenados a sesiones maratonianas donde sólo se habla de estupideces y en las que los únicos momentos de regodeo quedan reducidos a cuando algún miembro de la oposición y un representante del partido mayoritario se enzarzan en alguna discusión en la que las buenas formas suelen brillar por su ausencia, sustituidas por los modos y expresiones barriobajeras.

Dada esta premisa que, por cierto, se repite en todas las autonomías, sean históricas o recién llegadas, y considerando el exceso de cargos públicos que nutren sus economías a base de los impuestos de los sufridos ciudadanos de a pie; a mí se me ocurre que no sería una mala idea que los partidos mayoritarios llegasen a una entente, una especie de acuerdo de mínimos, por el que se decidiera suprimir una parte importante de los señores parlamentarios en aras de la economía nacional y del saneamiento de las arcas del   Estado.

Veamos, si damos por supuesto que existen en el Parlamento unos 330 diputados repartidos entre los distintos partidos políticos y si, además, consideramos que, aparte de dormitar, mirarse las uñas, darse un lote de teléfono móvil y apretar el botón del voto siguiendo instrucciones de su jefe de filas, su misión es prescindible; no sería una mala decisión que se produjera una reducción radical en la que, por supuesto, las proporciones obtenidas en los comicios se respetaran, pero, en lugar de quedar materializadas en escaños se redujeran a un tanto por ciento del total representado que se asignaría a cada partido, de modo que un diez por ciento de los actuales diputados asumiera la representatividad de los 330 actuales. De esta forma nos ahorraríamos tantos sujetos inoperantes y apoltronados. El Parlamento, y lo mismo vale para el Senado, quedaría reducido a unos pocos dipitados, los imprescindibles para que funcionara con lo cual se ahorrarían muchas discusiones y sería mucho más fácil pnerse de acuerdo sobre los resultados de las votaciones. Ahora, aun que los socialistas sepan que van a votar en contra del PP, les dejan hablar hasta que se les agotan los tiempos; después agotan Pienso que, dado el funcionamiento actual del Parlamento; teniendo en cuenta el triste papel que representan el ochenta por ciento de los diputados y el aburrimiento que se refleja en los rostros de la mayoría de ellos, condenados a sesiones maratonianas donde sólo se habla de estupideces y en las que los únicos momentos de regodeo quedan reducidos a cuando algún miembro de la oposición y un representante del partido mayoritario se enzarzan en alguna discusión en la que las buenas formas suelen brillar por su ausencia, sustituidas por los modos y expresiones barriobajeras. Dada esta premisa que, por cierto, se repite en todas las autonomías, sean históricas o recién llegadas, y considerando el exceso de cargos públicos que nutren sus economías a base de los impuestos de los sufridos ciudadanos de a pie; a mí se me ocurre que no sería una mala idea que los partidos mayoritarios llegasen a una entente, una especie de acuerdo de mínimos, por el que se decidiera suprimir una parte importante de los señores parlamentarios en aras de la economía nacional y del saneamiento de las arcas del   Estado.

 Veamos, si damos por supuesto que existen en el Parlamento unos 330 diputados repartidos entre los distintos partidos políticos y si, además, consideramos que, aparte de dormitar, mirarse las uñas, darse un lote de teléfono móvil y apretar el botón del voto siguiendo instrucciones de su jefe de filas, su misión es prescindible; no sería una mala decisión que se produjera una reducción radical en la que, por supuesto, las proporciones obtenidas en los comicios se respetaran, pero, en lugar de quedar materializadas en escaños se redujeran a un tanto por ciento del total representado que se asignaría a cada partido, de modo que un diez por ciento de los actuales diputados asumiera la representatividad de los 330 actuales. De esta forma nos ahorraríamos tantos sujetos inoperantes y apoltronados.

El Parlamento, y lo mismo vale para el Senado, quedaría reducido a unos pocos dipitados, los imprescindibles para que funcionara con lo cual se ahorrarían muchas discusiones y sería mucho más fácil pnerse de acuerdo sobre los resultados de las votaciones. Ahora, aun que los socialistas sepan que van a votar en contra del PP, les dejan hablar hasta que se les agotan los tiempos; después agotan
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto