Mohamed VI ha cumplido su palabra
nombrando Primer Ministro a un hombre salido del partido con
más escaños (que no votos) alcanzados en las pasadas
elecciones del 7 de septiembre.
Abbas El Fassi se apresta en estos momentos a formar un
nuevo gobierno en dos etapas escalonadas: primero exponiendo
el programa-eje del mismo a las principales fuerzas
políticas para, después de los pactos alcanzados, repartir
las carteras ministeriales cuyo número parece que se verá
reducido a menos de treinta. Con todo, son varios los
interrogantes que se abaten sobre el nuevo equipo
gubernamental: en la historia política del Reino de
Marruecos no tiene precedentes la convocatoria de elecciones
anticipadas, pero no sería descartable una remodelación
gubernamental aprovechando el delicado estado de salud de
Abbas El Fassi, político avezado y leal a la Monarquía, pero
cuya “rascada” victoria electoral en Larache ha sido
públicamente cuestionada.
No va a ser fácil diseñar la arquitectura política del nuevo
gobierno marroquí, pues prácticamente solo se abren tres
posibilidades que le puedan dotar de mayoría en los 325
asientos de la Cámara de Representantes en Rabat:
a) Una coalición gubernamental continuista (57,15% de los
escaños), englobando a la derecha (Istiqlal, 52), el centro
(Movimiento Popular, 41 y RNI, 39) y la izquierda (USFP, 38
y PPS, 17). Total: 187 ¿Más de lo mismo?.
b) Otra posibilidad sería un escenario conservador (55,38%
en la Cámara de Representantes) incorporando al gobierno a
los islamistas moderados: Istiqlal (52), PJD (46), MP (41) y
RNI (39). 178 escaños en total.
c) Finalmente, una posible opción con un toque liberal,
incorporando a la anterior coalición conservadora a la UC
(Unión Constitucional, 27 escaños) y al Partido Nacional
Democrático PND, 8 escaños). Total: 223 escaños.
Señalemos dos posibles “estridencias”: islamistas/izquierda
y, en menor grado, islamistas/bereberes.
En cualquier caso, la salida de un tecnócrata como Yettu y
la incorporación al cargo de Primer Ministro de un
representante del nacionalismo marroquí ha encendido algunas
luces de alarma en los países vecinos: a las claras en
Argelia y sin abrir el pico en España, pues no son
descartables ciertos “tirones” diplomáticos y de otro signo
en el contencioso sobre Ceuta y Melilla, sobre el que
acabamos de tener una pequeña muestra oral desde cierta
“Comisión de Amistad”… coincidiendo casi con la asunción de
su cargo por Abbas El Fassi. ¿Exabrupto casual?.
En Marruecos no van así las cosas y, en estos temas, nadie
juega por libre; por lo demás, ¿existen “casualidades” en
política internacional?.
En principio las cartas marcan bastos precisamente cuando
Ceuta debe, prietas las filas, aprestarse a jugar en los
años inmediatos una partida político-diplomática decisiva
para su futuro, con pasión, prudencia e inteligencia.
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